Advertencia

Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

giovedì 31 dicembre 2020

2020

 

Tenemos la tendencia, por norma general, a recordar por encima de todo los aspectos negativos cuando se trata de hacer recuento de situaciones vividas. Aunque, por otro lado, intentamos mostrar un lado de felicidad y satisfacción que en muchas ocasiones no es real. De todos modos, la gente suele ver lo que desea ver y no lo que tiene de verdad delante.

Durante el 2020 que acaba hoy, la sensación con la que más he convivido es la de falsedad, mentira, traición, falta de rigor, chabacanería, injusticia, abuso y sobre todo, desconfianza. Y no me refiero exclusivamente a los acontecimientos que han inundado de tristeza y desesperación este año a nivel mundial, sino en general a cuanto me rodea.

Cada año, al dar las campanadas, pido para mis adentros un deseo. Este año quería serenidad interior después de una vida de desasosiego conmigo misma. Y he de reconocer que lo he conseguido. A pesar de toda la hipocresía que me rodea, de todos los chascos que me he llevado con personas en las que creía y a las que consideraba sinceras, no siento la agitación con la que he convivido en el pasado. En ocasiones creo que me he “petrificado”.

Siento dentro la paz, a pesar de la pandemia que está minando nuestro ánimo y anientando nuestros derechos. Somos organismos vivos y como tal, sujetos a enfermedades. Si bien, ha crecido enormemente mi escepticismo sobre la inteligencia y humanidad de la especie humana. Y confieso que yo, que suelo ser una alumna modelo, me he adaptado a lo que me circundaba no sin una gran rabia.

En este año tan raro que está acabando, he sentido en muchas ocasiones unas ganas inmensas de tirar la toalla en varios frentes. Sin embargo, mi afán de VIVIR se ha llevado el gato al agua. Y lo he llevado a la práctica intentando hacer una de las cosas que más amo en este mundo: viajar. Y lo cierto es que el covid-19 no me lo ha puesto fácil. En este sentido, he cumplido varios deseos que tenía aparcados como visitar Ronda, irme dando un paseo a pie hasta Gibraltar, volver a Brujas con mis dos amores, mi amada Italia, mi adorado Portugal...

He conocido a personas que han hecho que mi 2020 fuese un año un poquito más interesante. Y he estrechado lazos que me han rescaldado en parte el hielo del corazón. Aunque lo cierto es que me he vuelto bastante más solitaria, incrédula y fría.

Por otro lado, el confinamiento me ayudó a frenar un ritmo de vida estresante que estaba llegando al límite. He afianzado la convicción de que soy muy fuerte y mi fuerza y poder de adaptación siguen sorprendiéndome.

He comprendido con bastante dolor que la inteligencia es a menudo un hándicap hacia la felicidad ya que sólo en un estado de inconsciencia o de estupidez, se la puede alcanzar. Cuando intuyes, hilas, asocias, comprendes, el mundo se vuelve un sitio hostil y la mentira una demostración clarísima de que te tratan como si fueses tonta y tonta soy cuando decido serlo.

Hoy se acaba un año en el que he perdido a un hermano sin poderlo despedir. En el que he visto el sufrimiento de mi padre ante esa pérdida. En el que he derramado muchas lágrimas, sobre todo de impotencia, de rabia, de incomprensión. En el que lo que más he echado de menos es la congruencia, la coherencia, la libertad de movimiento y la lealtad.

Pero también ha sido un año rico de experiencias, donde mi forma de trabajar ha cambiado radicalmente, en el que me he sentido mucho más unida a mis hijas.

Al 2021 le pediría sentido común, compromiso, sinceridad y estar a mi altura ya que nunca pido nada que yo no esté dispuesta a dar. Pero todo esto no se lo pido al 2021 que es sólo un modo arbitrario de distribuir el tiempo sino a quienes van a formar parte de mi 2021 si realmente quieren formar parte de mi vida. De todo lo demás, ya me encargo yo.

Y como digo siempre desde hace años: ¡Espero que lo mejor del 2020 sea lo peor del 2021!

Salamanca, 31 de diciembre de 2020- Ibone






Milano - giugno 2016


martedì 15 dicembre 2020

Quiero

Quiero devorar tu piel

muerdo a muerdo,

degustando cada célula,

desintegrándolas con mi lengua

en átomos más pequeños

para no desperdiciar

ni siquiera una molécula.

Impregnarme de tu dulce esencia

y así saciar mis ansias

de conquistarte el ánima,

de penetrarla,

de atravesarla entera.

De poseerte.

De poseerla.

Quiero ser tu pensamiento recurrente,

el único,

el más íntimo y ardiente.

El que te hace sonrojar

y temblar las piernas

con sólo esbozarlo en tu cabeza.

El que te arranca una sonrisa

soñadora.

Una mueca de placer.

Quiero recorrer tu mente

para alojarme en ella

perennemente.

Como una canción de cuna

que dona paz.

Como un deseo prohibido

que la arrebata.

Deleite inconfesable

de los sentidos.

Quiero ser de tu ser la esencia

y de tu vida tu razón de ser.

Que sólo siendo en mí

tú seas plenamente.

Para que me sientas

a tu alma inherente.

Ahora y siempre.

¡Y que así sea!

IBONE-20 de noviembre de 2020





Miranda do Douro-Enero 2020

sabato 5 dicembre 2020

Haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago

Vivimos en una sociedad donde todos lo saben todo de todos sin la menor idea de lo que pasa en sus vidas; en el sentido de que sabemos exactamente qué es lo que los demás necesitan, lo que les conviene o no. Dato curioso ya que, a menudo, no sabemos lo que necesitamos nosotros mismos pero no tenemos ningún reparo en dar pautas de conducta a los demás. Con decisión, con firmeza casi militar. "Lo que tienes que hacer es...", "Tú lo que necesitas es...", "No le des importancia a...", "¡Vive la vida!"....
No solemos saber lo que queremos. Sin embargo, no nos cabe ninguna duda de lo que quiere la persona que tengo delante. De esta manera, vamos por la vida aconsejando, juzgando, delimitando, sentenciando a los demás sin la capacidad de gestionar de manera asertiva nuestra propia vida, con frecuencia vacía, banal, fútil, anodina. Lo importante es saber en todo momento qué tiene que hacer el otro, cómo debe vivir su vida, cuáles tienen que ser sus pensamientos, cómo debe ocupar su tiempo, cuáles han de ser sus prioridades en la vida, qué cosas no valen la pena.
Quizás porque vemos a los otros como si se tratase de espejos que reflejan nuestras faltas, nuestras frustraciones, la vacuidad a veces de nuestra propia existencia. Y ante la falta de un par de.... "razones" para cambiar algo en nosotros mismos (tarea ardua, sin lugar a dudas), pretendemos proyectar nuestra impotencia en los demás.
Nos desbordamos con frases absurdas de autoayuda. Tenemos siempre el aforismo oportuno, la solución a los problemas ajenos, el consejo útil y definitivo. Utilizamos tanto y tan mal el lenguaje, que las palabras se han vaciado de significante y de significado y son sólo palabras huecas, sin vida. A menudo sin sintaxis ni un mínimo de buena ortografía.
"Pensamos" a golpe de tópicos, imitando lo que otros han vomitado en un día de inspiración pero sin la voluntad real de llevar a la práctica todas las frases que tanto nos gustan y que tan alegremente compartimos en las redes sociales. Se habla por hablar con automatismos improductivos.
Teoría....
Hay un refrán que define bastante bien la sociedad actual: "Haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago". Yo añado: "Haz con tu vida lo que te dé la realísima gana y déjame que haga con la mía lo que me apetezca que ya te pediré consejo si lo considero necesario".
;)
IBONE-5 diciembre de 2018
Milano - febbraio'20

martedì 3 novembre 2020

Sola

 

Hay días en los que creo que nací para estar sola,

perennemente sola.

Condenada a vagar en busca de alguien

que comprenda mi necesidad de sentirme arropada

y colme mis ansias de complicidad,

deshilvando mis desvelos

hasta dejarlos en hilos sueltos.

Me miro en el espejo y veo tan sólo soledad

y pena dentro

porque anida en mi alma el desconsuelo,

la incomprensión.

Una única carencia:

la de un corazón que sienta como el mío,

capaz de hacer latir mi corazón al unísono

en esta selva negra que es mi existencia.

Me despabilo en mitad de la noche

y el sueño se burla de mí,

histrión patético,

haciéndome sentir un Arlequín de pacotilla.

Y allí estoy yo

y junto a mí  tan sólo mi cuerpo:

Sola en medio de un enorme lecho llamado vida.

Hay veces en las que mi ansia voraz de compañía

se burla de mí con crueldad maquiavélica.

Cuando me engaño con la idea peregrina

de haber encontrado por fin

un compañero de desvelos.

Una ánima afín a la mía

que sabrá quererme, cuidarme, mimarme.

Ansioso de buscarme, encontrarme,

donarme sin mesura su atención,

rey indiscutible de la mía.

Alguien que me dé

esa serenidad que yo no tengo.

Confianza, paz, seguridad,

comprensión, fidelidad,

sueños, proyectos...

¡Pequeños detalles que hacen que el vivir

sea algo inmenso!

¡Lo normal en otras vidas!

Hasta que el espejismo de lo que quisiera que fuera

(¿Por qué no es?),

se desvanece entre los vahos del desierto

haciéndome sentir aún más perdida,

más sola, más herida.

Desesperanzada. Traicionada.

Incrédula, escéptica, recelosa...

Cada vez más convencida de que nací

para estar sola,

yo,

que mi mayor ambición

es compartirme con otra persona.

Darme y recibir a parte iguales.

Y lloro de amargura...

¡Y siento como una losa el gravamen de la soledad

dentro del pecho!

3 de noviembre de 2020- Ibone


















Gibraltar, junio 2020

domenica 1 novembre 2020

Año LIII d.I.

Hoy concluye el año LIII d.I. (después de Ibone...)

Un año que ha dado para mucho y para nada. 366 días en los que la nota predominante ha sido un aumento progresivo de la desgana, de la falta de interés y de entusiasmo. Sin renunciar a viajar siempre que las circunstancias me lo han permitido. Repleto y plagado de estrés a nivel laboral. Triste con la pérdida de un ser querido al que ni siquiera pudimos despedir.

Hace un año estaba pasando frío en Varsovia. Fue un cumpleaños raro ya que pasé casi todo el día sola como si fuese una premonición de lo que el resto de mis 53 años me deparaba. Soledad pero sin sentirme sola.

Al volver de Polonia, tomé una de las decisiones más difíciles y dolorosas de mi vida aunque, por otra parte, el conseguir poner un punto final donde hasta entonces sólo había podido poner puntos suspensivos, me dio una fuerza interior enorme que me ha ayudado sobremanera a lidiar con este año tan peculiar que he tenido.

No voy a entrar en el tema coronavirus que está protagonizando el 2020 a nivel mundial si bien es cierto que ha condicionado de manera decisiva gran parte de mis 53 años. Sobre todo por lo que se refiere a la parte sentimental y a mi modo de vivir la vida en “cautividad”.

Ha sido un año lleno de desilusiones a nivel de relaciones personales, humanas. Me he sentido traicionada y engañada en varias ocasiones por personas en las que había depositado mi confianza. Lo cual ha generado aún más desconfianza y escepticismo en el género humano y me ha hecho poner a la defensiva, encerrándome en mí misma como hacía años que no me sucedía. 

Desencanto podría ser el resumen de mi año si no fuera porque la característica principal ha sido mi gradual pérdida de interés, de entusiasmo, de pasión... Es cierto que todo esto se iba fraguando ya desde un año y medio antes. He ido perdiendo paulatinamente la voluntad, la sensibilidad, la capacidad de sentir en general, de amar, la vocación en mi trabajo...

He llorado muchísimo durante este año pero no han sido lágrimas de sufrimiento sino más bien un llanto originado por la impotencia, por el cansancio, por la fragmentación anímica a la que la situación de pandemia y la actitud incomprensible de personas en las que creía me han abocado. Soy una persona que necesita analizarlo y comprenderlo todo, preciso de claridad en todas las cosas y este año ha estado regido por la incomprensión de lo que me estaba aconteciendo. Por el oscurantismo y la falsedad gratuita en muchos casos.

Durante este año, he tenido la suerte de conocer a varias personas que han entrado a formar parte de mi vida. Una de ellas, alumna mía, maravillosa, encantadora y una fiel lectora, me dijo una vez, después de leer mi blog, que parecía imposible que la persona entusiasta, contagiosa de alegría y llena de energía que veía en clase albergase dentro un malestar tan grande como el que ponía de manifiesto en lo que escribía. Pues bien, así soy yo: paradoxal y llena de contradicciones internas, vulnerable y dura como un diamante, sensible y fría. Capaz de amar con locura y de odiar con idéntica intensidad.

Por otro lado, me he dejado seducir por ciertos comportamientos y reacciones míos que observaba como si realmente no me pertenecieran, como si se tratase de una película a la que asistía como público pero de cuyo reparto no formaba parte. En este sentido, no he perdido mi talento natural para sorprenderme a mí misma en el bien y en el mal.

Durante estos 53 años, alguien que, en principio, se insinuó en mi vida con timidez y ligereza, ha ido ganando terreno hasta llegarme muy dentro, haciéndome enamorar. Hemos compartido mil locuras y actualmente es parte integrante de mi corazón junto con mis hijas y mi padre (y mis gatos también, por supuesto). 

Me hubiese gustado pasar este cumpleaños con todos ellos. Despertarme mañana con él a mi lado como llevábamos planeando desde hacía meses. Sin embargo, las restricciones impuestas por esta maldita pandemia que puso tantos kilómetros entre ambos, nos obligan a seguir separados. Por mi parte, sólo físicamente ya que mi pensamiento y sobre todo, mi sentimiento están a su lado.

En resumen, 366 días de una vida intensa a pesar de las limitaciones. Pero como dice mi último tatuaje: “Além...” , más allá, siempre más allá de límites, fronteras o ideas preconcebidas. Así soy yo y así me gusta vivir la vida.

Año LIV d.I., prepárate porque voy a exprimirte al máximo. ¡Es una promesa!

1 de noviembre de 2020 – Ibone Bueno Vicente
Segovia, junio 2020



lunedì 26 ottobre 2020

Botta di tristezza

 

A volte mi arriva di colpo

una botta di tristezza

che mi sbatte l'animo

e mi imbottisce di pena.

Quindi, mi sento appresso il macigno plumbeo

di una dolorosa assenza.

Un'angoscia che mi opprime il petto,

una lapide che mi tiene ferma.

Provo a sbarazzarmene

scuotendo ogni membro

del mio corpo dolente,

con violenza,

come se fosse neve cadutami addosso

che a poco a poco mi gela.

Cerco la leggerezza del niente

ma trovo soltanto la pesantezza del piombo

che attanaglia la mia volontà

lasciandola tramortita

estenuata.

Non riesco a scrollarla, maledetta,

quella botta assurda di inaudita tristezza.

E me la sento appiccicata

come se fosse catrame.

Gli arti impigriti, indolenziti, 

smorti.

Mentre le lacrime scivolano sulle guance

lasciandone una scia di dolore.

E ci provo tanta ma proprio tanta

impotenza…

Mi sento indifesa, vulnerabile.

Piango, piango, piango

fino a disidratarmi,

fino all’allagare nel mio pianto amaro.

Ed è così che finalmente riesco a galleggiare

nel mare immenso delle mie lacrime.

Poggio i piedi sul fondale pantanoso del mio malessere.

Mi spingo su con ferrea volontà,

con determinazione, senza incertezza.

Uno spiraglio di luce mi acceca.

La inseguo con lo sguardo

al tempo che risalgo veloce

fino a sentire sul mio viso

lo schiaffo rivitalizzante

dell’aria fresca.

Anche questa volta

ti ho sconfitta, maledetta tristezza!

 21/26 ottobre 2020 - Ibone



El Puerto de Santa María 

(Cádiz)- agosto 2020

venerdì 16 ottobre 2020

Nunca pensé

 ¡Nunca pensé que pudiera llegar a acostumbrarme tanto!

A ti,

a tu piel,

a la luz que emana de tus ojos dorados,

a tu mano que coge la mía haciéndome incluso daño

mientras conduces,

cuando caminas a mi lado.

Al abrazo de tu cuerpo diminuto al cual se enmaraña el mío

encajando al milímetro,

sin despercidiciar espacio.

Aprovechando cada recodo

como si de un puzzle se tratara:

dos cuerpos en uno solo.

Al mordisqueo de tus labios,

a su sabor a miel.

A tus músculos, a tu ADN,

a la locura que desencadenas en mí 

y que me hace ir más allá de límites insospechados.

A tu brazo que me envuelve cuando estamos acostados:

protector y ávido de  sentirme,

donándome la calidez y la satisfacción 

de saberme parte de ti.

Y que desvela ese tu amor tan bien guardado.

A tu cabeza recostada sobre mí,

a tu respiración, a tu aliento, al latido de tu corazón

que escucho mientras te duermes a mí pegado.

A tu voz,

a tu acento.

Al rastro de perfume sobre tu cuello desnudo

que adoro recorrer con la yema de mis dedos

para acabar enredándome en tu pelo

mientras te respiro, te aspiro, te huelo, te deseo.

Y me abandono a un estado de paz, de serenidad,

de placidez

que sólo puedo concebir cuando estás así, tan juntito a mí

que no sabría distinguir dónde acabo yo y donde empiezas tú,

mi amor.

Nunca pensé que pudiera llegar a acostumbrarme a ti

tanto

que la distancia que nos separa 

me desgarra el corazón,

me exaspera, desespera, me hace añicos el ánimo.

Y mi única ambición

es poder estar pronto a tu lado.

¡Cuánto te extraño!

Ibone Bueno Vicente-16 ottobre '20








Cabo de Roche (Cádiz)-octubre 2020

giovedì 15 ottobre 2020

Historias de cotidiana locura

 Martes 13.

Estoy en la escuela y me llaman por teléfono. 

* ¿Ibón?

* I-bo-ne. ¿Quién es? (Obviamente alguien que no me conoce o al menos no lo suficiente).

* Soy de Correos Express. Traigo un paquete pero no hay nadie.

Le doy varias posibilidades para que deje el paquete en otro sitio y, al final, opta por dejárselo a mi vecina (a la cual antes o después voy a acabar poniendo en nómina como receptora habitual de los paquetes que me llegan cuando no estoy).

Miércoles 14 (¡Feliz mayoría de edad, amore!)

Estoy en la escuela y me llaman por teléfono.

* ¿Ibone? Soy el chico de Correos Express. El que habló ayer contigo. (¡Vaya! ¡Al menos se ha aprendido la correcta pronunciación de mi nombre! Me empieza a caer bien el chaval, mira tú por dónde...).

* Hola. ¡Dime!

* Tengo otro paquete para ti con pienso para animales parece. Para saber si estás en casa o se lo dejo a la vecina de ayer si no hay nadie.

* Yo estoy trabajando pero debería haber alguien... ¿No te abren?

* ¡No, no! No he llamado pero como pesa, es para saber si va a haber alguien o si se lo dejo a la vecina de ayer.

* Espera que le mando un whatsapp a mi hija y te digo.

Mi hija, 24 horas al día (noches incluidas porque yo creo que sigue online incluso en sueños) está estudiando por lo que ignora mis mensajes.

* ¡Vaya! No me lee los mensajes. Puedo probar a llamar por teléfono pero te tengo que colgar a ti.

* Sí, gracias. ¿Me puedes llamar a este número para avisarme?

* Sí, sí, claro.

Selecciono el número de mi hija. Y espero a que lo coja mientra Antonio Machín me canta con ese salero que tenía el "Dos gardenias para ti". Y pienso en que, si la gracia de la niña de poner a Machín como tono de espera (jura que no ha sido ella...) repercute en la factura del teléfono, se traga las dos gardenias y hasta el Huerto de Calixto y Melibea entero sin que quede ni un pétalo. ¡Y que viva el polen! 

Consigo por fin establecer contacto con el planeta hija que me confirma que está en casa. Le digo: A- Que anule la musiquita de Machín antes de que me la cobren. B-Que abra al chico que está a punto de tocar el timbre.

Le llamo:

* Hola, soy Ibone. (Y pienso para mis adentros qué injusticia que él sabe mi nombre y yo el suyo no. Dejémoslo en "Chico de Correos con el que últimamente paso máś tiempo al teléfono que con personas a mí más allegadas..."). Sí que hay alguien en casa. Llama al timbre que está esperando.

* De acuerdo. Tardaré aún unos 15 minutos.

* Perdona pero ¿no estabas a la puerta?

* No, estoy en el almacén. Como el paquete pesa, estaba esperando para cargarlo o no.

¡La madre que te trajo al mundo, Chico de Correos Express que además me estás haciendo tardar como 2 horas en corregir una producción escrita con tanto telefoneo....! 

* Vale. Aviso para que esperen. (Resignación, querida Ibone).

Mensajeo a mi hija. ¡Me lee! ¡Me contesta! Empiezo a ver la luz al final del túnel.

Siento una especie de corazonada y decido añadir el número de "Chico de Correos Express" a los contactos. Tengo la impresión de que lo nuestro va a ser algo duradero...

Me pongo con el examen que tengo que volver a leer desde el principio... ¡Con tanta interrupción se me había ido el santo al cielo! ¡Y eso que soy apóstata!

Pasan unos minutos y suena el móvil. ¡Correos Express! Lo miro como si de una presencia sobrenatural se tratara preguntándome: ¿Y ahora qué?

* ¡Hola! (Estoy a punto de añadir "Chico de Correos Express que me estás dando la tarde, majo" pero me corto un poquito).

* Ibone, es que me he quedado encerrado en el ascensor de tu casa. Concretamente entre el segundo y el tercero...

* (¿Perdona? ¿Pero esto es una cámara oculta o qué?--- Me lo callo). ¡Vaya! Pues no sé qué puedo hacer yo porque estoy en la otra punta de Salamanca... ¿Has pulsado el botón de emergencia?

* Sí pero nada... (para demostrármelo, vuelve a darle al botoncito dejándome el tímpano al borde de la reconstrucción de la timpanoplastia ya existente. Y me pregunto: ¿Con ese horror de ruido nadie se ha dado cuenta?).

* (A ver, Chico de Correos Express) Yo lo único que puedo hacer es decirle a mi hija que llame el ascensor a ver si consigue que se mueva... ¿En cuál estás: en el de la derecha o en el de la izquierda?

* En el de la derecha entrando. Es que encima me he venido sin teléfono. (Nota mi perplejidad... ¿Con qué me está hablando entonces?). Con este de la empresa no puedo hacer llamadas y no tengo contactos tampoco. (Constato que hay gente a la que el 2020 la ha pillado peor que a mí...).

Informo a mi hija y me quedo a la espera de noticias. ¿Sigo con el examen? (Es decir, empiezo de nuevo por tercera vez) ¿O me limo las uñas mientras tanto...? Me decanto por la segunda. Más que nada porque tengo un padrastro que me está dando tormento... ¡Qué alivio tener un cortaúñas a mano!

Y pienso: ¿Cómo puede haber gente en el mundo cuya vida transcurre monótona y aburrida? Aunque por otro lado, ¡qué envidia! Por lo menos ellos no tardan media hora en corregir una de las  partes escritas de un examen...

Al poco tiempo mi hija me informa de que, depués de varios intentos (sólo se movía el ascensor que no estaba bloqueado) ha conseguido liberar al Chico de Correos Express y el correspondiente paquete...

A ver ahora quién me desbloquea a mí que ya no sé por dónde me andaba corrigiendo. ¡Vuelta a empezar!

Pasa un minuto y me llega un mensaje de texto de Correos Express donde me dicen que no han podido entregarme el paquete porque no me han localizado. ¿Los Santos Inocentes no eran el 28 de diciembre? ¿O es que Almodóvar anda por estos lares rodando su nueva película? ¡Me pido prota!

Antes de montar en cólera y llamar de nuevo al Chico de Correos Express, pico en el enlace que incluye el mensaje para concertar otro modo de entrega y, voilà! Aparece como entregado. 

¡Respiro!

Decidido: silencio el móvil (al menos hasta que consiga acabar lo que estoy haciendo). Y dejo ahí el contacto de Chico de Correos Express porque algo me dice que volveremos a hablarnos...

¡Hasta el próximo paquete!

Ibone- 14 de octubre de 2020



sabato 10 ottobre 2020

Me gustarías...

Me gustaría que aprendieses a no vivir sin el calor confortable de mis abrazos. 
A no tocar si no la textura de mi piel con dedos ávidos mientras pierdo la noción del todo entre tus manos.
Y que en tus labios anidase el deseo de degustar mis besos delicados como si de un cáliz de dioses se tratara. ¡Que lo necesitaras para calmar tu sed y renovar tus ganas de mí con cada nueva aurora!
Que pudieras no soñar si no es conmigo. Ya sea despierto que dormido. Y alojarme en tus pensamientos más íntimos y placenteros. Provocarlos con descaro hasta hacerlos sonrojar. Hasta que gravitasen alrededor de mi recuerdo como satélites dependientes de un planeta. 
Me gustaría que en cada vez que respiras, tus pulmones se llenasen de mí como de aire puro. Formar parte de tus células para que me sientas parte indisoluble de tu cuerpo, de ti, de tu cerebro. Colmar tu corazón hasta que rebose para que lo abras de par en par par. Y desde su más profundo escuchar el eco de mi nombre.
Me gustaría que pudieses no desear más allá de todo lo que te ofrezco. Que te bastase, llenase, envolviese. Ser tu vicio, tu droga, tu medicina, tu razón, tu desconcierto. Tu único deseo.
Y que bebieses de mí, saboreándome lentamente, con cada sorbo de vida que ingieres alimentándote de mí, tú mi sustento.
Me gustarías...
7-10 ottobre '20 - Ibone
Espaço Porto Cruz (Vilanova de Gaia), setembro 2020

domenica 4 ottobre 2020

Reflexiones maternales

Lo siento (bueno no) pero no soy una "madre"muy tradicional que se diga. Por lo  cual,  me agobia mogollón que me incluyan en grupos de wsp que llevan en el nombre esa palabra o que presupongan el concepto.
Yo soy madre porque tengo 2 hijas pero no soy madre porque haya otras madres en el mundo.
Yo soy una madre a la que le gusta irse a conciertos con su hija de casi 14 años ( el viernes a ver a Los ojos de Chesire, Iris Finocchiaro Bueno!!!.). Soy madre cuando juego al fútbol con un tapón de una botella por la calle con Erika mientras volvemos del cole. Soy madre cuando enseño a mi hija las ventajas de usar tampones (higiénicos y liberatorios), cuando las ayudo con los deberes de lengua y cuando las escucho y aprendo cosas de música, de ciencias (Erika es fantástica en todo lo científico) o las letras de las canciones en inglés (que yo nunca entiendo e Iris sí... 👏👏), cuando nos abrazamos, nos besamos, cuando reímos a carcajadas por tonterías que sólo nosotras entendemos. Cuando les enseño trucos de cocina o advertencias para que no se hagan daño.  Cuando les digo convencida que pueden ser/ hacer lo que quieran en la vida pues las limitaciones nos las ponemos nosotros y eso es algo que deben evitar. Y en todo caso, intentarlo siempre. Eso sí, respetando a los demás.
A mí hacerles la merienda no me hace sentir mejor madre. Sobre todo porque he intentado hacerlas autónomas por lo que si les apetece merendar (no suelen), saben prepararse la merienda sin necesidad de que  supervise lo que hacen.
Yo no estoy siempre preocupada por ellas porque confío en ellas. 
Es posible que la gente me vea como una madre "rara". Mis propias hijas dicen que no soy como las otras madres. Pero mi objetivo en este sentido, es que mis hijas sean personas honestas
(con los demás  pero sobre todo consigo mismas), capaces de construir su propia felicidad sin depender para ello de la intervención de otros. Capaces de afrontar las frustraciones y usarlas como punto de apoyo para mejorarse y superar los contratiempos. Y en grado de asumir las consecuencias positivas o no de sus actos.
A veces no me siento una buena madre, cuando me derrumbo delante de ellas ; pero entonces,sobre todo entonces, mis hijas vienen, me abrazan, me miman y me hacen sentir la madre más afortunada del mundo.  Vi amo, piccole!
Ibone- 4 octubre de 2016

lunedì 28 settembre 2020

Necesito

Necesito gestos.
Necesito palabras.
Necesito un ramillete de besos
sobre la almohada
al llegar la noche.
Y por las mañanas.
Y miradas de amor henchidas.
Y roces de tu cara con mi cara.
Necesito tus manos
resbalando por mi cuerpo tuyo.
Y tus dedos completando un pentagrama en las curvas de mi espalda.
Necesito pasión
de la que entrecorta la respiración
y te sana.
Y se apodera de cada fibra de tu ser
con voracidad inusitada.
Quiero que te apasiones como yo
que sin pasión apenas concibo nada.
Que fluya como un río rebosante  por nuestras entrañas.
Sin barreras, sin límites.
Necesito ser la única,
Saberlo.
Serlo.
No dudarlo.
Sin pretenderlo.
Que hagas que me sienta única.
La única.
Demostrármelo.
Recordármelo.
Verlo reflejado en tu mirada.
Darte a mí sin miramientos.
Inequívocamente única en tu corazón,
en tu mente
y en cada poro de tu piel.
La única que te hechice la voluntad
y se instale a vivir
en los pliegues  inaccesibles de tu alma.
Necesito besos.
Y corazones.
Y detalles.
Y un tapete de pétalos de rosa 
a los pies de mi cama.
Que me digas lo que sientes
y que sientas tus palabras.
Dímelo vocalizando, mi amor,
lentamente...
Dime que me amas.
Para saborear cada sílaba.
Para degustar cada fonema con voraz apetito.
Necesito sentir tus brazos rodeando mi cintura.
Que me abraces fuerte.
Con desesperación.
Con esperanza.
Con complicidad.
Para neutralizar el efecto devastador
de  soledades de un pasado
que ambos tenemos arraigadas.
Y crear un sortilegio que te enajene
y te enrede a mi destino.
Sin fisuras ni sombras ni dudas
ni golpes de desconfianza.
Necesito que apuestes por perderte en mí,
en mi vida.
Por ti conmigo,
por un  nosotros.
Sin buscar la salida.
Sin huidizas idas y venidas.
Concediéndote a mi dulzura 
sin preocuparnos de nada.
Necesito abrirte el corazón
para ver si hay algo dentro.
Y si alguno de sus latidos
susurra por casualidad mi nombre.
Y tener la certeza de que eres mío
más allá de la duda razonable
que me acuchilla a veces.
Mío... mío
en cuerpo y ánima.
IBONE
Espinho- 26 settembre'20
La Línea de la Concepción (Cádiz)- agosto 2020

sabato 12 settembre 2020

Luces

 Somos dos luces centelleantes

en una noche oscura, fría, austera.

Dos farolillos vagantes

que se buscan con tesón, desafiantes,

para arder en el fuego de una misma hoguera.

Tú, mi candil iluminante,

Me recubres con el calor de tu cuerpo

y con él deshaces esta escarcha infinita

que me hiela.

Yo, tu estrella del Norte,

te envuelvo en el cálido abrazo

de mi corazón resistente a la tormenta.

Temerario a veces.

Siempre apasionado.

Te guío entre las sombras para que no te me extravíes

y así logres encontrar el camino

que hasta mí te lleva.

Yo, tu faro en la niebla densa.

Tú, la mano segura, fuerte, intrépida

que me tiene bien sujeta en las tinieblas.

Y en tu corazón álgido, de amor carente,

nace una rosa de un rojo intenso.

Como un oasis en medio del desierto.

Me la ofreces con tu mirada encantadora

y mi corazón eternamente desconfiado

se sonroja, la acepta.

La cuida, la mima.

La protege como si se tratara de tu persona.

Luces somos tú y yo que brillan al unísono

en medio de una noche solitaria,

desolada.

Finalmente derrotada entre los dos.

Perecedera.

Y al abrir la ventana,

la claridad de un sol radiante

acaricia nuestras almas enredadas.

Luces en la luz de la alborada.

12 settembre ’20-Ibone Bueno Vicente


























La Línea de la Concepción-agosto 2020