Me gustaría que aprendieses a no vivir sin el calor confortable de mis abrazos.
A no tocar si no la textura de mi piel con dedos ávidos mientras pierdo la noción del todo entre tus manos.
Y que en tus labios anidase el deseo de degustar mis besos delicados como si de un cáliz de dioses se tratara. ¡Que lo necesitaras para calmar tu sed y renovar tus ganas de mí con cada nueva aurora!
Que pudieras no soñar si no es conmigo. Ya sea despierto que dormido. Y alojarme en tus pensamientos más íntimos y placenteros. Provocarlos con descaro hasta hacerlos sonrojar. Hasta que gravitasen alrededor de mi recuerdo como satélites dependientes de un planeta.
Me gustaría que en cada vez que respiras, tus pulmones se llenasen de mí como de aire puro. Formar parte de tus células para que me sientas parte indisoluble de tu cuerpo, de ti, de tu cerebro. Colmar tu corazón hasta que rebose para que lo abras de par en par par. Y desde su más profundo escuchar el eco de mi nombre.
Me gustaría que pudieses no desear más allá de todo lo que te ofrezco. Que te bastase, llenase, envolviese. Ser tu vicio, tu droga, tu medicina, tu razón, tu desconcierto. Tu único deseo.
Y que bebieses de mí, saboreándome lentamente, con cada sorbo de vida que ingieres alimentándote de mí, tú mi sustento.
Me gustarías...
7-10 ottobre '20 - Ibone
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