La inspiración es una hija de puta que, callada callada, se cuela en mi entrañas cuando impera el dolor en mi ánimo y late el desamor en mi corazón.
Se nutre de tiernas heridas, de laceraciones de vida y de
sentimientos de desasosiego mientras se muestra esquiva si nado en mares de
felicidad y paz interior.
Como una alimaña, permanece en su madriguera adormecida, tácita
y reservada, invisible, casi humillada. Esperando el momento oportuno para
saltar sobre mí con sus garras nostálgicas, con su aliento que huele a derrota,
con sus ojos repletos de remembranzas; infectando mi sentir de agónica
melancolía y golpeando mis sienes con tenacidad a cualquier hora, de noche y de
día. ¡Toc toc toc!
La inspiración es hija del desconsuelo y de la aflicción
y, como tal, causa dolor en quien la padece al tiempo que ayuda a mitigar la
desolación, leal compañera de desencantos y llantos.
La inspiración...
Las palabras que nacen de ella desparraman entre sílabas,
frases, escritos, poemas... la tristeza profunda que dio origen a la inspiración,
para mí sedativa y sanadora. Amiga fiel, curandera.
Y esa dulce ramera, cuando de mí se apodera, hace mucho más llevadera la pena de mi corazón expulsando con cada letra el veneno que me envenena. Panacea contra los males del alma. La inspiración...
Salamanca, 21 novembre ’22 ( A Santi)