Con el viento gélido que le helaba el alma
se escapó con prisa una madrugada.
Sorteando obstáculos que la limitaban,
una y otra vez caía; mas se levantaba.
Un sonido débil con acordes lentos
le obturó los tímpanos ensordeciéndolos.
Sin mirar atrás, siempre hacia
adelante
consiguió atisbar otros horizontes.
Las articulaciones entumecidas desde
hacía tiempo
ya palidecían sin sangre por dentro.
Aun así, se asió con decisión a la vida
como quien se aferra a un clavo
ardiendo.
Una nube gris la insidió altanera
amenazando lluvia sobre su cabeza.
No tenía paraguas ni dónde guarnecerse
y aprendió a ser agua en el cielo
celeste.
Bajo la tormenta hostil que la
golpeaba,
invocó a su sol y se erigió
arcoíris
pigmentando todo cuanto la rodeaba.
Explosiones de color fueron sus
miradas.
Concluyó su fuga cuando, sin querer, se
percató
en una claro del bosque donde andaba
perdida,
de la luz de la luna que con
prepotencia
iluminaba la noche entre un mar de
estrellas.
Y se adormeció tranquila.
¡Buena vida!
Ibone- 9 febbraio’22
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