"¿Pero tú de dónde vienes?", le preguntó él boquiabierto. "¡Tú no eres de este planeta!", añadió admirado.
Ella lo miró fijo a los ojos, divertida, y respondió:
"Es verdad. Pero no creas que vengo como el Principito de un pequeño asteroide. Yo a él nunca lo conocí. Aunque en realidad sí, a través de lo que algunos que sí lo conocieron escribieron de él... Pero eso pertenece a otra historia en otra galaxia.
Mi planeta es enorme, tan grande como mi imaginación, inagotable como los sueños. Complejo como el pensamiento. Mágico como una aurora boreal. Melodioso como la música. Dulce como un beso a la luz de la luna. Acogedor como los brazos de una madre.
El planeta del que yo vengo no está muy lejos del vuestro. Sin embargo, es completamente diverso. Nada tiene que lo haga parecerse a éste. De lo cual, sinceramente, me alegro.
Es un planeta donde el fruto de los árboles son pequeños corazones. Al igual que las hojas de las plantas que en él crecen. De hecho, mi planeta tiene la forma de un corazón inmenso. Y late siempre, constantemente. De esta manera, se regenera continuamente."
"Sí, pero entonces es un planeta frágil: el corazón lo es... Se daña fácilmente", rebatió él.
Ella lo miró con condescendencia: "¡En absoluto! Todo lo contrario. No hay músculo más fuerte. ¡Hace que todo el resto funcione! Da vida a todo lo que lo rodea." Y esbozó una sonrisa cómplice. "Además, amigo mío, los corazones de mi planeta, cuanto más los donas, más crecen. Se van apiñando unos encima de otros hasta formar un único corazón bermellón que es el corazón de mi planeta corazón. Te diré un secreto: guardo su holograma dentro de mi pecho. Déjame tu mano". Posó la mano de él delicadamente sobre su pecho: " ¿Sientes cómo palpita? Es cierto que por mi planeta a forma de corazón han pasado muchos navegantes del espacio con diferente suerte. La mayor parte de ellos le han arrancado cachitos para probar su sabor dejando profundas cicatrices. Porque uno no se puede llevar trozos sin dejar algo a cambio. El equilibrio siempre está en dar y recibir. Son dos conceptos que deben ir de la mano".
"¿Ves? Es lo que te decía yo: se desprenden cachitos del corazón fácilmente y eso duele.... Apuesto a que le habrá sucedido al corazón de tu planeta algunas veces. ¿No hubiera sido mejor impedir que aterrizaran extraños?"
"Amigo mío, como ya te he explicado, cuando tú lo usas, se regenera, crece, aumenta, se expande, vuelve a latir y cada vez con más ahínco, con más pasión, casi casi prepotente. Los que realmente me producen una gran pena son todos esos visitantes que sólo pensaron en arrancar segmentos al corazón de mi planeta despreocupados por su destino. ¿Y sabes por qué?". Él la miraba como hipnotizado. "En los huecos que dejaron, crecieron más corazones que taponaron la hemorragia y cicatrizaron las heridas fortaleciendo el músculo . Sin embargo, ellos que cogieron sin dar, en el fondo, no se llevaron nada porque la esencia no se puede transportar. Ésa sigue intacta en cada latido de mi planeta corazón. Mientras que ellos se quedaron con las manos vacías... ¡Puf, éter!".
Él no podía apartar sus ojos de ella. " ¡Pobres tontos!", dijo al fin riendo. Prosiguió serio: "¿No tienes miedo de que no comprendan tu planeta? En éste no está muy bien visto todo lo que tenga que ver con el corazón. Es probable que te tachen de cursi, de ñoña, de sentimental..."
Esta vez la que soltó una sonora carcajada fue ella: "¿Ves, amigo mío? He notado que en este planeta vuestro, tampoco están muy de moda valores como el respeto y la buena educación y sin embargo, yo no pienso renunciar a ellos... Ni este planeta ni en ninguna parte del universo ", le sonrió con un guiño.
"Me encantaría conocer tu planeta corazón, viajar a él, quedarme allí y alimentarme de sus pedacitos. Cuidarlo para que crezca y crezca y crezca".
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