Quizás se me pasen un día las ganas que sobreviven de verte.
Despacito como al son con el que consciente me descuidas.
Yo
que nada te pido
si no formar parte de tu vida,
tú fragmento vital de la mía.
Yo el hombro donde apoyarte,
tú la mano para que no me extravíe.
Sí,
puede que ese día de apatía llegue.
Y, por fin, estarás a gustito
a la sombra de tu ego infinito.
Sólo tú solo, solísimo.
Sólo tú. ¡Solamente!
Solo con tu tiempo eterno,
disfrutando contigo mismo
de ese vacío hueco del que con orgullo te rodeas.
Maestro del egocentrismo que eres.
Y yo,
desganada de ti,
abriré la puerta a otros mundos,
sin cerrar las ventanas.
Haciendo corriente de vida que llene cada rincón de mi alma.
Tal vez cuando pierda mis ganas,
tu desgana te envuelva
como una soga en el cuello que agota
y aprieta.
¡Que duela!
Libertad la llamas.
Alardeas.
Te vanaglorias.
Reivindicas.
Te obstinas.
Te regodeas.
Presumes de resistencia.
¡Enhorabuena!
Y ahí, en la ceguera de tu punto de vista estéril,
en tu inútil corazón atrofiado
(¿latirá todavía?);
cuando, por fin, me pierdas,
tendrás tu soledad para abrazarte a ella,
para amarla, cortejarla
y vivir feliz
infelizmente la vida que te queda.
Cuando mires al suelo en un día de sol
y te falte hasta la sombra.
Cuando intentes contemplar el mar
y las olas engullan tus pensamientos
devorándolos,
vaciándote.
Dejándote a la deriva.
Porque el tiempo que pasa en vano
duele
y en ningún caso vuelve.
Porque las ocasiones perdidas
sangran:
Son y serán por siempre
dolorosas heridas abiertas.
Tú,
amor mío, mi amor,
tendrás lo que tanto has deseado:
Tú, solo, sólo.
Espero que, al menos para ti, valga la pena.
20-24 febrero'19 (¡T.q. siempre!路♀️)
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