Uno de los sentimientos más negativos que puede albergar el corazón humano es el rencor.
Si bien es cierto que puede funcionar como escudo protector hacia el dolor recibido, también es verdad que impide seguir adelante obstaculizando el perdón que, en ocasiones, es la única cura posible.
El rencor es hiel que amarga en el pecho extendiéndose y creciendo como células malignas. Es devastador y sólo sirve al máximo para cubrir, remendar, cegarse en que se ha superado un problema pero sin resolverlo realmente. A veces incluso haciéndolo más grande hasta que nos explota en la cara.
El rencor no destruye el dolor. No sana las heridas. No nos hace más fuertes ante lo que nos hirió profundamente. Es simplemente autodestructivo. Un espejismo de fortaleza. Te esclaviza. Te puede hacer enfermar. No te deja vivir plenamente, en paz.
Me ha llevado mucho mucho tiempo llegar a esta reflexión. Y ahora que, por fin, me he sacudido de encima todo ese rencor acumulado, me siento mucho más libre y sereno el corazón. Y con más capacidad para amar de ahora en adelante. Sobre todo, de perdonarme y amarme.
19 novembre '18
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