Su vida había estado presidida casi siempre por una vorágine de sentimientos pasionales que ardían con intensidad extinguiéndose a la misma velocidad con la que se incendiaban.
Hasta el punto que ese vórtice imparable de consumo de vida llegó a constituir para ella "la normalidad". Ese lanzarse al vacío tan deprisa que ni tiempo le daba a abrir el paracaídas antes de llegar al suelo. Cachitos de alma esparcidos por ahí, mil veces recompuestos como un puzzle infinito.
Una y otra vez se repetía la historia, y en cada ocasión con más rapidez si cabe. Batiendo al trueno hasta alcanzar la velocidad de la luz. Todo ello condenándola a saltar de un fuego fatuo a otro y privándola de la posibilidad de degustar realmente la esencia de lo que estaba viviendo por mucho que su sabor momentáneo fuese placentero. La estopa prende enseguida pero también se consume en una fracción de segundo quedando sólo un montoncito de cenizas o ni tan siquiera eso.
No podía concebir las relaciones interpersonales de otra manera que no fuese la pasión llevada al extremo. Por lo demás, nunca había deseado hacerlo.
Había perdido la noción del tiempo, de su paso acompasado y sin prisas. O quizás nunca tuvo claro este concepto, en medio de su orgía de eventos pasajeros.
Por ello, no podía reconocer desde la ceguera en la que su excesivo entusiasmo la sumía, la maravillosa sensación de ir poco a poco. Del juego de las miradas, del poder emocionante de una caricia, de su mano morena resbalando por tu cintura mientras sus dedos juguetean sobre tu cuerpo en la frontera de otros placeres aún inexplorados. Del toque delicado de su yemas suaves mientras recorren con dulzura tu brazo, sin ninguna prisa ni pretensión, eclosión de ternura sin más. Del placer inconmesurable del primer beso tanto deseado. Cuando sus labios se posan sobre los tuyos dulcemente, casi tímidos. Y después, otro y otro y otro: la unión lenta de de dos bocas, sus labios encaramados a los tuyos, el sabor de su piel, de su lengua, de sus abrazos, de vuestros dedos entrelazados... Mientras fluye acompasada la ternura.
Contacto.
No recordaba, si alguna vez la tuvo, la sensación de bienestar que te invade acurrucada a su lado, con tu cabeza apoyada en su hombro, sintiendo su cuerpo sin sentirlo demasiado. Soñando, imaginando, anhelando, deseando... sin prisas... disfrutando, alargando el momento de abrir juntos la caja de Pandora, jugando con la imaginación antes de la liberación total de los sentidos, bebiendo deseo... Miradas, risas, sonrisas...
"Se son rose fioriranno", dicen. En todo caso, era consciente de la fortuna de poder disfrutar saboreando lentamente cada momento presente ya que el presente es lo único que tenemos entre manos. Despacito... y buena letra...
Fra il 12 e il 15 novembre '18
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