A veces, supongo que cuando mi sistema inmunitario se coge vacaciones sin previo aviso, me dan ganas como de enamorarme y sueño que encuentro a alguien, un alguien a mi medida, que colma mi necesidad de afecto, de mimos, de esa complicidad tan placentera entre dos personas que se atraen, se gustan, se divierten y se complementan sin anularse el uno al otro. Enriqueciéndose sin andarse con cortapisas o miramientos. Con la consciencia de que la necesidad de compartirse es mutua.
Entonces, recuerdo la proliferación de egoístas egocéntricos, de miedosos de los sentimientos, que hay repartidos estratégicamente por el mundo y la decepción, a modo se déjavu, forma un nudo en mi garganta; la frustración se me clava en el alma haciendo que frene mi pasionalidad innata por temor del enésimo salto al vacío sin paracaídas... Y me siento profundamente engañada.
Me pregunto si vale la pena entregarte al 1000% a alguien que jugará contigo al juego ruin de la incertidumbre y de la ambigüidad que tanto odias y que, al parecer, está en voga actualmente: un juego al que nunca has sabido jugar porque eres demasiado honesta y transparente para hurgar en los sentimientos de los demás, teniéndolos en vilo sin motivo.
Enamorarte de alguien que, en el mejor de los casos, te correspoderá en una mínima parte cuando a él le cuadre o le apetezca o sólo si no le surge algo más interesante. Alguien por el que, en todo caso, te obligarás (idiota como eres) a adaptarte a sus exigencias, a sus tiempos y caprichos... a sus vaivienes emocionales. Haciendo que te veas como una mendiga de cariño, de atención, de ese mínimo o máximo de dedicación que te hace sentir importante para alguien y mejor contigo misma. Evidentemente, si llegas a este punto, idiota del todo no lo eres, sólo te queda aceptar que a esa persona le importas una m....
Aunque en el fondo sabes que la fuerza no te la da la cabezonería sino la capacidad de aprender y de adaptarse sin miedo a cambiar o a que te cambien cuando conlleva una mejora de ti misma. Algo para ti tan evidente pero que, parece ser, le cuesta ver a mucha gente.
A veces me dan ganas como de enamorarme... así... porque soy de esa manera... Entonces, enciendo la tele, escucho la radio.... y la tontería se mitiga bastante aunque la angustia perdura. Y sobre todo ese vacío que en ocasiones me engulle... Cuando "lo" busco y no está para mí. Cuando lo necesito y está ausente... Y me dan ganas de acuchillar hasta destruir completamente esas ganas tan tontas e irracionales de enamorarme...
Sin embargo, sé que volveré a tropezar con la misma piedra infinidad de veces... :(
28 luglio '16
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