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Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

giovedì 22 febbraio 2024

Y todo por culpa de Raúl Vacas

 En esta ocasión, teníamos que escribir introduciendo personajes malvados o situaciones de maldad extrema. A mí me salió esto:

Y TODO POR CULPA DE RAÚL VACAS

Salgo del taller de escritura concentrada en la tarea que nos ha encomendado Raúl. En esta ocasión, nos propone escribir una historia con un personaje malo o, en todo caso, donde haya dosis de maldad o crueldad. Podemos incluso contar algún acto deleznable con nosotros como protagonistas.

Como decía mi madre cuando yo era pequeña, siempre he sido un “angelito”, concretamente “un ángel bajado del Cielo a pedradas”. Sin embargo, en este momento no me apetece hacer públicas mis inconfesables hazañas, algunas de las cuales probablemente non hayan prescrito todavía.

Por este motivo, no me queda más salida que la de improvisar.

Y así, de camino hacia mi trabajo, decido inventarme un personaje malo malísimo que sea el brazo ejecutor de mis más oscuros pensamientos y deseos de venganza. Como por arte de magia literaria, ese ser se materializa junto a mí. ¡Vaya! Voy a tener que empezar a comer con agua…

Soy una a la que le gusta hacer las cosas bien por lo que, si de hacer el mal se trata, lo haremos lo mejor posible.

Absorta estaba en mis elucubraciones cuando llegamos a la altura de uno de los múltiples radares diseminados por la ciudad con el fin de recaudar dinero. Me da por dirigir mi mirada hacia ese producto de mi voluntad literaria; sí, el malo malísimo.

No necesito mediar palabra. Él abre una mochila que lleva a la espalda y extrae un bazuca. Con un bum certero, hace saltar por los aires el aparato ante el júbilo exaltado de los conductores que paran sus vehículos para aplaudir entusiasmados.

Las reacciones a nivel nacional no se hacen esperar. Los noticiarios comienzan a transmitir un sinfín de imágenes de radares saltando por los aires en todo el país, comunidades autónomas nacionalistas incluidas y en las que nada ha cambiado en los últimos cuarenta años también.

Yo, sin inmutarme mucho, la verdad, sigo adelante pensando en la redacción de mi tarea.

De repente, al dar la vuelta en una esquina, me asaltan dos individuos intimándome a punta de navaja para que les dé todo lo que llevo de valor o me rajan. El terror se apodera de mí hasta que recuerdo que llevo al lado a mi malo malísimo.

Una vez más y sin necesidad de proferir palabra alguna, mi personaje introduce su mano en la mochila. Esta vez saca un cuchillo jamonero y, con un zas certero, hace rebotar en el suelo las manos de los ladrones que ven atónitos cómo se desangran sin capacidad para reaccionar.

La escena es recogida por una cámara de Google Maps que la transmite en tiempo real por Internet. El efecto es inmediato entre las víctimas de robos.

Los noticiarios se llenan de imágenes de manos cortadas y de ladrones gimoteando mientras chapotean impotentes en los charcos de su propia sangre.  

Yo, sin inmutarme mucho, la verdad, sigo adelante pensando en la redacción de mi tarea.

Llego a un parque donde me cruzo con un grupo de chavales que están lanzando piedras a un perro callejero al que pretenden apresar con fines bárbaros. El animalito intenta huir despavorido mientras ellos lo acosan riendo y gritando.

Quizás porque la sincronía con mi malo malísimo ha llegado a su punto álgido, en esta ocasión no tengo ni que mirarlo. Abre su ya conocida mochila (a mí empieza a parecérseme al bolso de Mary Poppins en versión “Viernes 13”). He de reconocer que esta vez se supera a sí mismo pues me muestra con un guiño algunas cuerdas de rodeo y un imponente caballo negro.

Con una habilidad digna de un cowboy tejano, rodea el cuello de cada uno de los animales humanos; y, a galope del veloz corcel, los arrastra por el suelo ignorando sus alaridos hasta dejarlos exánimes, medio muertos (o tal vez muertos del todo).

La escena es filmada por un adolescente que la sube en el acto a sus redes haciéndose viral en pocos instantes.

De este modo, los animalistas y las víctimas de abusos y violencia que visualizan el vídeo, toman nota y ejemplo.

Los telediarios no dan abasto. Imágenes de maltratadores arrastrados por el asfalto hasta despellejarlos vivos; desmembrados mientras berrean desesperados en busca de la piedad de la que ellos no habían dado muestra.

Entro, por fin, en casa, completamente agotada. Observo a mi malo malísimo y constato también en él el cansancio y el hambre.

Preparo unos bocatas de Nutella y, mientras merendamos, siento que llaman a la puerta: “Policía, abra, por favor”.

¿La policía? ¿En mi casa a estas horas? ¿A que mi hija ha vuelto a perder el monedero con los documentos dentro y vienen a traerlos? ¡No sería la primera vez!

Abro la puerta y me veo un pelotón de geos armados hasta los dientes con sus pistolas y ametralladoras apuntándome al pecho. Busco a mi alrededor a mi malo malísimo para ver si él sabe de qué va la cosa: ni rastro de él. ¡Qué cara más dura! Aunque, bien pensado, ya no me hace falta. Tengo bastante perfilada mi tarea. Sí, es cierto que podía haberse despedido antes. ¡En fin! Los productos de la imaginación, a veces, tienen vida autónoma más allá de nuestra voluntad.

Uno de los policías interrumpe mi diálogo interior para comunicarme: “Señorita, la declaro en arresto por instigación al vandalismo, tortura y asesinato en defensa propia”.

Yo dirijo hacia los policías mi mirada incrédula. Me chupo la Nutella de los dedos antes de contestar.

“Perdone, sr. Agente, pero yo no soy la responsable de los delitos que se me imputan. ¡Yo solo intentaba llevar a cabo la tarea que se me encomendó en el taller de escritura. El auténtico cabecilla de la operación es Raúl Vacas! Él y solo él es el promotor de la idea”. Me encojo de hombros como es natural.

“En ese caso, queda Ud. libre de cargos. ¿Sabe dónde podemos encontrar a ese tal… Raúl Vacas?”

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Suena mi móvil indicando la entrada de un mensaje de Whatsapp.

Raúl Vacas: Lo siento mucho pero el taller se suspende durante 20 años y un día. ¡Que la creatividad esté con vosotros! (Con todos menos con una).

¡Menuda rabia! ¿Y a quién le envío yo ahora mi tarea?

Ibone Bueno Vicente- 19 de enero de 2024



Reggio Emilia (Italia),

aprile-2018

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