Advertencia

Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

giovedì 22 febbraio 2024

Carnavalada

 La tarea del taller coincidiendo con el carnaval. 

  Carnavalada

Una vez un pobre lerdo

con un genio se topó.

Y firmando un acuerdo,

un deseo le prometió.

“Tú me sacas de este bote

y yo a ti concederé

joyas, villas, megaislotes

porque libre yo seré”.

Al instante obedeció,

dócil como un corderillo.

El tapón desenroscó

liberando al hombrecillo.

“Pídeme lo que tú quieras

pues palabra yo te di.

Piensa bien en lo que fuera:

Sólo uno te ofrecí”.

“¡Quiero siempre un carnaval

en mi vida cotidiana

y una máscara llevar

que me cubra bien la cara!”

Una nube azul intenso

envolvió al pobre idiota.

Y un olor como de incienso

impregnó su cabezota.

“Tu voluntad se ha cumplido:

Doble jeta tú tendrás.

En político te he convertido

y del cuento vivirás”.

Y a partir de ese día,

en política hay más animales

con disfraz de hipocresía,

que máscaras en Carnavales.

 Ibone Bueno Vicente-19 febrero 2024




Ovar (Portugal),

aprile 2023



La madre

 La tarea del taller se basaba en el libro "El peor escenario posible", de Alejandro Morellón. 

El peor escenario posible

La madre

Se levantó con una fuerte migraña en sintonía con una gran agitación en el pecho. Las pesadillas que se habían solapado durante su sueño inquieto le habían dejado una extraña sensación. Parecían tan reales que lo primero que hizo nada más levantarse, fue ir a la habitación de Jonás para comprobar que sólo había sido un horrible sueño sin más.

El niño dormía plácidamente ajeno al desasosiego de su progenitora.

“Voy a desayunar algo a ver si me entono y luego lo despierto”, pensó.

Encontró a su marido en la cocina sorbiendo su café mientras controlaba el móvil.

-          Buenos días, cariño. ¡Menuda nochecita me has dado! No dejabas de moverte y lanzar patadas y puños.

-          Buenos días, amor. He tenido un montón de sueños terribles y todos con el mismo hilo conductor: en la televisión no paraban de informar sobre un suceso gravísimo  ocurrido en el cole de Jonás. Las imágenes eran escalofriantes. Hasta el punto de que me he despertado con muy mal cuerpo. ¡No te digo más que estoy valorando el no llevar al niño al cole!

-          ¡Qué dramática eres, cariño! Sólo ha sido una pesadilla. Tengo que irme ya o llegaré tarde. ¡Te quiero mi Casandra particular!- bromeó él.

Después de acompañar al niño al colegio, se dirigió al gimnasio para su habitual clase de yoga con la convicción de que la ayudaría a apaciguar su ansiedad.

Al acabar, mucho más relajada, pasó por el supermercado para comprar algunas cosas que hacían falta en casa.

Paseaba con su carrito sin prestar especial atención a la emisora de radio que se escuchaba por los altavoces. Hasta que el corte brusco de la canción que estaba sonando, dio paso a un informativo especial.

“Interrumpimos la transmisión para informar de una noticia de última hora. Nos comunican que ha habido una explosión en el colegio “Padres caritativos”. Al parecer, un individuo enmascarado ha esperado la hora del recreo para lanzar una granada por encima de la valla hacia el interior del colegio. Según fuentes oficiales, la explosión habría alcanzado de lleno a uno de los alumnos de 5° curso.  A pesar de la tragedia, no hay que lamentar más víctimas lo cual supone casi un milagro ya que, en ese momento, se hallaban muchos niños en el patio…”

Sus oídos se negaron a seguir escuchando, mientras que su corazón galopaba en su pecho dando coces dolorosas a sus pulmones.

Empujó con fuerza el carro y salió corriendo gritando como una loca: “¡Mi hijo! ¡Mi niño que me lo han matado!”

Mientras se dirigía con un carrera frenética  hacia la escuela, pensaba en su cuerpecito mutilado. Su cabeza arrancada del tronco. En su carita un surco cruel lleno de pólvora negra borrándole la mirada. Lo vio tirado en el  suelo frío y anónimo del patio, con su uniforme sucio, roto, ultrajado. Sus piernas retorcidas como las de una marioneta rota. Sus piececitos descalzos y descoyuntados. Sus bracitos exánimes y desgarrados.

Se había formado una multitud alrededor de la verja principal del colegio. Ella, llorando y con voz ronca y desolada, imploraba:-“¡Mi hijo! ¡Es mi niño! ¡Déjenme pasar que me lo han matado!”.

Se fue abriendo un pasillo de dolor y comprensión a su paso hasta que, por fin, divisó en el suelo frío el triste cadáver del niño. El cordón policial impedía que se acercase más.

Un grupo de madres intentó consolarla pero ella estaba destrozada.

-          ¡Mi amor! ¿Qué te me han hecho?- gritaba con la garganta en carne viva.

De repente, se escuchó: “Mamá, estoy aquí”.

Jonás salió de entre los compañeros que las maestras trataban de mantener alejados y avanzó hasta ella para fundirse ambos en un abrazo no privo de los aplausos de los espectadores que asistían a la escena.

Ella, riendo como una loca, con Jonás en brazos, mostraba a todos su alegría. “¡Está vivo!”, repetía con lágrimas de emoción.

Las madres aplaudían en medio de la algarabía.

Una mujer se abrió camino entre ellas desgarrada de dolor llorando: “¡Jonathan! ¡Es mi Jonathan! ¡Lo han dicho en la radio! ¡Ayúndenme, por favor, que sin él me muero! ¡Jonathan, mi niño!”.

Una de las madres se dirigió a ella :-”Señora, por favor, un poco de respeto hacia la alegría ajena. ¿No ve que esta señora acaba de descubrir que su hijo está ileso?”.

-“ De verdad, ¡qué falta de empatía!”, la amonestó otra madre.

-“¡Y de consideración!”

Ibone Bueno Vicente

(Aereo tra Amsterdam e Madrid- 13 febb’24 Ibone)

Jerez de la Frontera (Andalucía)

Diciembre 2023


Crímenes por dilucidar (Trilogía inesperada)

 En esta ocasión, Raúl Vacas nos asignó a cada uno el título de un microrrelato ya existente. Se trataba de escribir una historia policíaca o con el crimen como tema. A mí me tocó "¿Es posible dilucidar un crimen?" Aprovechando el tiempo pasado en los distintos medios de transporte, escribí la primera historia. De ahí, surgió la segunda casi sola. Y ya que "Non c'è due senza tre", acabó convirtiéndose en trilogía. De todos modos, cada historia es independiente y al mismo tiempo, están legadas entre sí. ¡Buena lectura! Y si alguien es capaz, puede intentar dilucidar los crímenes...

EL TREN

(Basado en hechos reales)

El tren rebosaba de gente.

Ella, tímida como era, llevaba varias horas aguántandose las ganas, cada vez más exigentes, de orinar.

Miró la hora en su móvil. Aún quedaba bastante para llegar a su destino.

Venciendo, por fin, su introversión, agarró por el cuello el coraje y se levantó de su asiento intentando mantener sus ojos en la nada.

Su desazón aumentó al llegar al servicio y comprobar que se trataba de un baño habilitado para personas con movilidad reducida. Odiaba el sistema de cierre por si alguien podía entrar mientras hacía pis.

Sin embargo, las punzadas que acosaban su abdomen empezaban a resultar insoportables.

Una vez dentro, lo primero que observó  fueron varias manchas de un marrón rojizo en el suelo  delante de la taza y alrededor de esta.

Con una posición de equilibrista para no poner los pies encima, se bajó los leggins y el tanga mientras sus ojos fijaban obsesivamente los circulitos no del todo secos.

Quizás a alguien le había empezado a sangrar la nariz. Fantaseó. O puede que la regla hubiese sorprendido a alguna chica impreparada. Ella siempre llevaba consigo un “arsenal” de tampones por si acaso.

De repente, notó un golpecito tibio y húmedo en su cabeza. Se llevó instintivamente la mano al pelo. El tacto caliente, espeso y pegajoso la puso en alerta.

Se limpió y vistió precipitadamente. Levantó la mirada hacia el techo y vio una rejilla de la que cayó otra gota roja.

El pánico se apoderó de sus sentidos. Los ecos de su corazón martilleaban sus oídos y un zumbido sordo repiqueaba en sus sienes.

Desactivó el candado de la puerta corredera y pulsó maniacalmente el botón de apertura sin éxito.

Entonces, comenzó a gritar con la fuerza de su desesperación pidiendo ayuda.

Silencio.

-¡Perdone! ¡Revisor! La puerta del baño no se abre.

-Lo siento, señor. Lleva estropeado más de una semana y no consiguen arreglarlo. Pero puede utilizar el del vagón siguiente, si lo desea.

-Gracias.

El pasajero volvió a su asiento. El suelo de aquel baño lleno de manchas lo había hecho desistir. Ya iría al llegar a la estación.

Madrid-10 febrero 2024- Ibone









Museo del Ferrocarril (Delicias-Madrid)

Settembre 2019










 El avión

Apenas se apeó del tren, se dirigió a los baños de la estación.

Un cartel anunciaba que se encontraban cerrados por limpieza.

Valoró ir a los del centro comercial cercano pero desechó enseguida la idea ya que iba con el tiempo justo. Por otro lado, la necesidad de orinar tampoco era incontrolable.

Se introdujo con paso firme en el vagón del metro tirando de su maleta con ruedas. Pasaría el control de equipajes y después, con calma, buscaría un servicio de los muchos diseminados por la T2.

El metro acababa de dejar atrás “Mar de cristal” cuando se escuchó un ruido sordo y el vagón fue perdiendo velocidad hasta quedar postrado en la vía, privo de movimiento.

Las personas se miraban entre ellas con gesto interrogativo hasta que a través de la megafonía, informaron de la avería que ya todos intuían.

Se les rogaba permanecer tranquilos y  quietos. En breve, enviarían un autobús a recogerlos para llevarlos al aeropuerto.

Controló la hora en su móvil. Aún tenía tiempo antes de que saliera su avión.

Se preguntaba por qué no había ido al baño en aquel tren. Es cierto que, al ver aquellas manchas en el suelo, había tenido un mal presentimiento; pero, ahora que su vejiga empezaba a  pesarle como el plomo, se arrepentía de haber hecho caso a esa sensación irracional. Al máximo se hubiera manchado los zapatos.

Sólo le cabía esperar que el autobús llegase pronto.

No fue así ya que se demoró bastante por culpa del tráfico intenso.

Cuando, por fin, entró en el aeropuerto, escuchó la última llamada de su vuelo. ¡Menos mal que el control de equipajes fue veloz!

Se apresuró hacia la puerta de embarque reteniendo las ganas de orinar, ahora ya, considerables.

El avión subió de cuota. La señal de mantener los cinturones abrochados se apagó. Se levantó de su asiento como si tuviera un resorte con un único pensamiento: llegar al servicio del avión.

Casi se le saltan las lágrimas al descubrir en el largo pasillo, una fila de gente esperando delante de él.

No podía más. Bajó la mirada hacia sus brazos que rodeaban y sostenían su vientre con el fin de aligerar el peso de su vejiga. “¡Aguanta, aguanta, aguanta!”.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido así, casi acurrucado, si bien le pareció una eternidad.

Alzó la mirada y comprobó con alivio que el pasillo estaba despejado y  verde la señal luminosa del WC.

Avanzó apoyándose en los respaldos de los asientos vacíos. ¡Qué extraño ! ¿Dónde se había metido toda la gente que esperaba en la cola? Juraría que no habían pasado junto a él. La necesidad de la micción lo distrajo de sus cavilaciones. Abrió la pequeña puerta del lavabo y, con un suspiro casi místico, liberó toda la tensión. ¡Por poco se lo hace encima!

Se subió la cremallera de la bragueta con una expresión de satisfacción en su rostro. Incluso se sonrió a sí mismo en el espejo.

Apretó el botón azul de la cisterna.

¡Oh, no! Intentó agarrarse a los pasamanos de la pared, sujetarse con los pies en el borde del váter.

Ante la impotencia, gritó con toda su energía pidiendo ayuda, desafiando con su voluntad la vorágine que lo aspiraba en un torbellino ronco.

Silencio.

-¡Perdone, azafata! Necesito ir al baño.

-Lo siento, señora. Hemos empezado el descenso. Tiene que permanecer en su asiento.

Contrariada pensó en ir a los baños del aeropuerto en cuanto desembarcara.

Spazio aereo europeo- 10 febbraio 2024- Ibone Bueno Vicente.

In volo fra Málaga e Madrid

Dicembre'23

 



El hotel

El avión aterrizó en el aeropuerto de destino con un considerable retraso.

Miró su reloj. ¡Vaya! Contaba con el tiempo justo para no perder el autobús hacia el centro de la ciudad.

Viajaba siempre ligera de equipaje por lo que se ahorró el tener que esperar en la cinta correspondiente.

Necesitaba ir al baño. La azafata, bastante antipática por cierto, se lo había impedido en el avión porque habían iniciado las maniobras de aterrizaje. A decir verdad, el vuelo le había parecido extraño sin saber bien el motivo. Claro que ella era dada a fantasear.

De todos modos, si ahora se entretenía, debería esperar bastante para coger otro autobús a Cityterminalen. Recordó que los autobuses de Flybussarna disponían de wc a bordo. ¡Un pequeño esfuerzo y, por fin, podría hacer pis!

Sacó el billete de ida y vuelta en las máquinas automáticas y llegó a la marquesina cuando los últimos pasajeros estaban subiendo al autocar.

Depositó su maleta en el compartimento a tal efecto buscando un asiento cercano al servicio.

Apenas en ruta, bajó la estrecha escalera. ¡Maldición! ¡Fuera de servicio! No le quedaba más remedio que aguartarse. Afortunadamente, su hotel estaba enfrente de la estación central de autobuses.

Así pues, una vez realizado el check in, se dirigió apresuradamente al servicio que había detectado cerca de la recepción.

Observó una mancha de unos 15 cm de diámetro delante de la puerta.  Era de un color marrón grisáceo. Le llamó la atención por la forma de estrella que tenía. Por otro lado, suponía un elemento fuera de lugar dentro de la absoluta pulcritud del resto del edificio.

Su vejiga le mandó un mensaje ineludible: no era el momento de dar rienda suelta a su nutrida imaginación.

Entró echando el cerrojo.

Suspiró feliz al descargar el peso de su abdomen. Un poco más y se lo hace encima.

Después de lavarse las manos, intentó abrir la puerta pero parecía atascada. Tras varios intentos fallidos, la claustrofobia comenzó a cercarla.

Gritó pidiendo ayuda con toda su energía, aporreando la puerta con una sensación mixta entre ansiedad y sentido del ridículo.

El tiempo transcurrido hasta que el recepcionista logró desbloquear la puerta le pareció una eternidad.

El chico se disculpó mortificado. Había olvidado advertirla del mal funcionamiento de la puerta que se atascaba continuamente.

Entró, por fin, en su habitación avergonzada por su hipocondría que la llevaba a dibujar escenarios terribles ante cualquier contratiempo. Decidió tranquilizarse imaginando la maravillosa semana que tenía ante sí, para ella solita en la lejana Estocolmo. Empezaría por un buen baño caliente, lleno de burbujas. Antes colgaría fuera de la habitación el cartel de “No molestar”.  Era su momento y no quería interrupciones de ningún tipo.

Se sumergió en la bañera abandonándose a la placidez que la envolvía.

De repente, notó como si un abrazo húmedo y poderoso la estrechase con inmensa fuerza arastrándola bajo el agua, imposibilitando su movilidad.

Quiso gritar pidiendo ayuda pero sólo consiguió tragar agua. Sus ojos parecían de vídrio y su expresión desencajada. Plof. El tapón del sumidero saltó liberando el paso de todo cuanto contenía la bañera.

Silencio.

El personal de limpieza decidió entrar después cuatro días a pesar de seguir el cartel en la puerta.

La habitación estaba en perfecto orden. No así el servicio donde el sumidero estaba lleno de pelos enmarañados.  ¡Qué poca consideración tiene alguna gente! ¡Como se lo daban todo hecho!

Estaba molido. Menos mal que le faltaba poco para acabar el turno.

En cuanto llegase a casa, se iría derechito a la bañera.

Ibone, aereo KLM fra Stoccolma e Amsterdam- 13 febbraio’24


Stoccolma (Svezia)

Febbraio'24

 

 

 


Y todo por culpa de Raúl Vacas

 En esta ocasión, teníamos que escribir introduciendo personajes malvados o situaciones de maldad extrema. A mí me salió esto:

Y TODO POR CULPA DE RAÚL VACAS

Salgo del taller de escritura concentrada en la tarea que nos ha encomendado Raúl. En esta ocasión, nos propone escribir una historia con un personaje malo o, en todo caso, donde haya dosis de maldad o crueldad. Podemos incluso contar algún acto deleznable con nosotros como protagonistas.

Como decía mi madre cuando yo era pequeña, siempre he sido un “angelito”, concretamente “un ángel bajado del Cielo a pedradas”. Sin embargo, en este momento no me apetece hacer públicas mis inconfesables hazañas, algunas de las cuales probablemente non hayan prescrito todavía.

Por este motivo, no me queda más salida que la de improvisar.

Y así, de camino hacia mi trabajo, decido inventarme un personaje malo malísimo que sea el brazo ejecutor de mis más oscuros pensamientos y deseos de venganza. Como por arte de magia literaria, ese ser se materializa junto a mí. ¡Vaya! Voy a tener que empezar a comer con agua…

Soy una a la que le gusta hacer las cosas bien por lo que, si de hacer el mal se trata, lo haremos lo mejor posible.

Absorta estaba en mis elucubraciones cuando llegamos a la altura de uno de los múltiples radares diseminados por la ciudad con el fin de recaudar dinero. Me da por dirigir mi mirada hacia ese producto de mi voluntad literaria; sí, el malo malísimo.

No necesito mediar palabra. Él abre una mochila que lleva a la espalda y extrae un bazuca. Con un bum certero, hace saltar por los aires el aparato ante el júbilo exaltado de los conductores que paran sus vehículos para aplaudir entusiasmados.

Las reacciones a nivel nacional no se hacen esperar. Los noticiarios comienzan a transmitir un sinfín de imágenes de radares saltando por los aires en todo el país, comunidades autónomas nacionalistas incluidas y en las que nada ha cambiado en los últimos cuarenta años también.

Yo, sin inmutarme mucho, la verdad, sigo adelante pensando en la redacción de mi tarea.

De repente, al dar la vuelta en una esquina, me asaltan dos individuos intimándome a punta de navaja para que les dé todo lo que llevo de valor o me rajan. El terror se apodera de mí hasta que recuerdo que llevo al lado a mi malo malísimo.

Una vez más y sin necesidad de proferir palabra alguna, mi personaje introduce su mano en la mochila. Esta vez saca un cuchillo jamonero y, con un zas certero, hace rebotar en el suelo las manos de los ladrones que ven atónitos cómo se desangran sin capacidad para reaccionar.

La escena es recogida por una cámara de Google Maps que la transmite en tiempo real por Internet. El efecto es inmediato entre las víctimas de robos.

Los noticiarios se llenan de imágenes de manos cortadas y de ladrones gimoteando mientras chapotean impotentes en los charcos de su propia sangre.  

Yo, sin inmutarme mucho, la verdad, sigo adelante pensando en la redacción de mi tarea.

Llego a un parque donde me cruzo con un grupo de chavales que están lanzando piedras a un perro callejero al que pretenden apresar con fines bárbaros. El animalito intenta huir despavorido mientras ellos lo acosan riendo y gritando.

Quizás porque la sincronía con mi malo malísimo ha llegado a su punto álgido, en esta ocasión no tengo ni que mirarlo. Abre su ya conocida mochila (a mí empieza a parecérseme al bolso de Mary Poppins en versión “Viernes 13”). He de reconocer que esta vez se supera a sí mismo pues me muestra con un guiño algunas cuerdas de rodeo y un imponente caballo negro.

Con una habilidad digna de un cowboy tejano, rodea el cuello de cada uno de los animales humanos; y, a galope del veloz corcel, los arrastra por el suelo ignorando sus alaridos hasta dejarlos exánimes, medio muertos (o tal vez muertos del todo).

La escena es filmada por un adolescente que la sube en el acto a sus redes haciéndose viral en pocos instantes.

De este modo, los animalistas y las víctimas de abusos y violencia que visualizan el vídeo, toman nota y ejemplo.

Los telediarios no dan abasto. Imágenes de maltratadores arrastrados por el asfalto hasta despellejarlos vivos; desmembrados mientras berrean desesperados en busca de la piedad de la que ellos no habían dado muestra.

Entro, por fin, en casa, completamente agotada. Observo a mi malo malísimo y constato también en él el cansancio y el hambre.

Preparo unos bocatas de Nutella y, mientras merendamos, siento que llaman a la puerta: “Policía, abra, por favor”.

¿La policía? ¿En mi casa a estas horas? ¿A que mi hija ha vuelto a perder el monedero con los documentos dentro y vienen a traerlos? ¡No sería la primera vez!

Abro la puerta y me veo un pelotón de geos armados hasta los dientes con sus pistolas y ametralladoras apuntándome al pecho. Busco a mi alrededor a mi malo malísimo para ver si él sabe de qué va la cosa: ni rastro de él. ¡Qué cara más dura! Aunque, bien pensado, ya no me hace falta. Tengo bastante perfilada mi tarea. Sí, es cierto que podía haberse despedido antes. ¡En fin! Los productos de la imaginación, a veces, tienen vida autónoma más allá de nuestra voluntad.

Uno de los policías interrumpe mi diálogo interior para comunicarme: “Señorita, la declaro en arresto por instigación al vandalismo, tortura y asesinato en defensa propia”.

Yo dirijo hacia los policías mi mirada incrédula. Me chupo la Nutella de los dedos antes de contestar.

“Perdone, sr. Agente, pero yo no soy la responsable de los delitos que se me imputan. ¡Yo solo intentaba llevar a cabo la tarea que se me encomendó en el taller de escritura. El auténtico cabecilla de la operación es Raúl Vacas! Él y solo él es el promotor de la idea”. Me encojo de hombros como es natural.

“En ese caso, queda Ud. libre de cargos. ¿Sabe dónde podemos encontrar a ese tal… Raúl Vacas?”

_______________

Suena mi móvil indicando la entrada de un mensaje de Whatsapp.

Raúl Vacas: Lo siento mucho pero el taller se suspende durante 20 años y un día. ¡Que la creatividad esté con vosotros! (Con todos menos con una).

¡Menuda rabia! ¿Y a quién le envío yo ahora mi tarea?

Ibone Bueno Vicente- 19 de enero de 2024



Reggio Emilia (Italia),

aprile-2018

Adivina adivinanza

 Otra de las tareas del Taller de Escritura de La Casa de las Conchas. Intentando escribir " a la Eloy Tizón" (¡Mucho pedir!).

Adivina adivinanza, ¿qué se esconde en mis palabras?

1.Vista

En mis ojos aún los nítidos destellos apagados…

Tumbas de Reyes y Reinas como un espejismo semienterrado en el oro cegador de una arena milenaria.

Pasos agitados al caminar sobre sus carnes abiertas que, de vez en cuando, supuraban el rojo líquido de sus venas de fuego.

La belleza cromática del muro infame; teñido de ocre por un sol taciturno en su huida voluptuosa hacia Occidente.

Un escalofrío helado atravesando mi cuerpo en un tórrido verano ante realidades vivas de mármol en el reino de Bernini.

Colores infinitos rebotaban en mis pupilas dentro de un pinball de rascacielos clonados por East River, desde el trono de las Reinas.

El azul merengado de una iglesia penetró por mis ojos mientras Cumil, el fisgón, observaba aburrido desde su agujero de acera.

2.Olfato

En mi nariz aún efluvios aletean inalterados…

El olor a tostado que embriagaba cada rincón de la casa obligándome a saltar de mi cama niña. Cuando el pan era bueno y me mataba.

Mis fosas nasales violadas por el hedor de orín mezclado con el de la caca en una vaquería que me dejé sin ganas.

Desde el aire, inhalaba aromas de salsa de tomate recién hecha, con su toque de albahaca fresca, por las calles que olían y sabían a Sicilia.

El olor a carne chamuscada adobada con la ignorancia de los verdugos podridos cuando aterricé con mi escoba en la montaña indigna.

3.Oído

En mis tímpanos aún repiquetean los ecos sordos…

Coros txuri-urdin en un raptus colectivo ensordeciendo mi voluntad, alienándome en las lejanas tardes de adolescentes domingos.

Las notas del vals que juntos bailamos por primera vez entre tierras sin Schengen. ¿Por qué bautizarte azul si tiñes tus canas de verde grisáceo?

Sin bajarme de tus notas, elegí esta vez a Sissi como pareja de baile, siguiendo el ritmo caudaloso de tu pentagrama grandilocuente.

El crujir de corazones rotos en otros pechos pasando por alto la palpitante cadencia del mío propio.

De piedra quedé en un monasterio cuando la sinfonía magistral de inesperadas cascadas susurró gorgoteos en mis oídos.

E hice de vuestros tiernos vagidos la banda sonora de mi felicidad. Para juntas enloquecer, arropadas por Massimo, en una noche capitolina; “fuori di testa” las tres.

4.Gusto

En mi paladar aún palpita el gusto apaciguado…

Navegando con mis labios en mil besos que me dejaron en cueros el paladar y la lengua a la deriva.

Masticando enfermedad con cada grano de trigo hasta vaciarme de mí por la ingesta indigesta.

Un orgasmo exquisito en mi boca recordando bondades saboreadas lentamente, con devoción blasfema.

El regusto metálico que percutía en mi boca en mañanas de paz conectada a una máquina férrea.

5.Tacto

En mis dedos aún el tacto intacto…

Terciopelo negro como una caricia cuando hundo mis yemas en su manto brillante, en su mórbida gratitud.

La osadía de introducir mi embustera mano en la Bocca sincera a sabiendas de que era una enorme mentira.

El tacto helado de su rostro de hielo quemando mis manos y mis entrañas en la noche más triste que jamás existió.

Un dragón hipnótico sobre la piel más suave de la que se han nutrido mis dedos enamorados y que resultó ser veneno.

6.Otros sentidos

En mi alma aún tangibles sentimientos evocados…

Por mis ojos se vertía el Titicaca cuando mis pies se posaron en el mullido suelo que a la deriva flotaba en aquel espejismo inmensode agua.

Mi cráneo como un mortero donde el dolor incesante machacaba mis sesos ante la mirada triste del pobre Bobby que velaba a su dueño.

La decepción de la araña que engulló nuestros costosos sueños con su boca de luces. Un ojo verde, el otro azul, enmudecidos.

El mar que lanzaba escupitajos de cuerpos inertes en el lado escondido de la isla donde Ulises se burló del gigante. Los dejamos morir para matarlos dos veces con nuestras risas y juegos que ahogaban de nuevo sus gritos desesperados, encharcados de sal.

Y hundí mi cuerpo en aquellas profundidades manchadas de sangre fresca y todavía caliente. Con rabia impotente.

Tanto vi, olí, oí, degusté, toqué y sentí que me obligué a parar sin dejar de moverme.

Ibone Bueno Vicente- 1 diciembre 2023 


 

 Bratislava (Slovacchia)

-agosto '23