Martes 13.
Estoy en la escuela y me llaman por teléfono.
* ¿Ibón?
* I-bo-ne. ¿Quién es? (Obviamente alguien que no me conoce o al menos no lo suficiente).
* Soy de Correos Express. Traigo un paquete pero no hay nadie.
Le doy varias posibilidades para que deje el paquete en otro sitio y, al final, opta por dejárselo a mi vecina (a la cual antes o después voy a acabar poniendo en nómina como receptora habitual de los paquetes que me llegan cuando no estoy).
Miércoles 14 (¡Feliz mayoría de edad, amore!)
Estoy en la escuela y me llaman por teléfono.
* ¿Ibone? Soy el chico de Correos Express. El que habló ayer contigo. (¡Vaya! ¡Al menos se ha aprendido la correcta pronunciación de mi nombre! Me empieza a caer bien el chaval, mira tú por dónde...).
* Hola. ¡Dime!
* Tengo otro paquete para ti con pienso para animales parece. Para saber si estás en casa o se lo dejo a la vecina de ayer si no hay nadie.
* Yo estoy trabajando pero debería haber alguien... ¿No te abren?
* ¡No, no! No he llamado pero como pesa, es para saber si va a haber alguien o si se lo dejo a la vecina de ayer.
* Espera que le mando un whatsapp a mi hija y te digo.
Mi hija, 24 horas al día (noches incluidas porque yo creo que sigue online incluso en sueños) está estudiando por lo que ignora mis mensajes.
* ¡Vaya! No me lee los mensajes. Puedo probar a llamar por teléfono pero te tengo que colgar a ti.
* Sí, gracias. ¿Me puedes llamar a este número para avisarme?
* Sí, sí, claro.
Selecciono el número de mi hija. Y espero a que lo coja mientra Antonio Machín me canta con ese salero que tenía el "Dos gardenias para ti". Y pienso en que, si la gracia de la niña de poner a Machín como tono de espera (jura que no ha sido ella...) repercute en la factura del teléfono, se traga las dos gardenias y hasta el Huerto de Calixto y Melibea entero sin que quede ni un pétalo. ¡Y que viva el polen!
Consigo por fin establecer contacto con el planeta hija que me confirma que está en casa. Le digo: A- Que anule la musiquita de Machín antes de que me la cobren. B-Que abra al chico que está a punto de tocar el timbre.
Le llamo:
* Hola, soy Ibone. (Y pienso para mis adentros qué injusticia que él sabe mi nombre y yo el suyo no. Dejémoslo en "Chico de Correos con el que últimamente paso máś tiempo al teléfono que con personas a mí más allegadas..."). Sí que hay alguien en casa. Llama al timbre que está esperando.
* De acuerdo. Tardaré aún unos 15 minutos.
* Perdona pero ¿no estabas a la puerta?
* No, estoy en el almacén. Como el paquete pesa, estaba esperando para cargarlo o no.
¡La madre que te trajo al mundo, Chico de Correos Express que además me estás haciendo tardar como 2 horas en corregir una producción escrita con tanto telefoneo....!
* Vale. Aviso para que esperen. (Resignación, querida Ibone).
Mensajeo a mi hija. ¡Me lee! ¡Me contesta! Empiezo a ver la luz al final del túnel.
Siento una especie de corazonada y decido añadir el número de "Chico de Correos Express" a los contactos. Tengo la impresión de que lo nuestro va a ser algo duradero...
Me pongo con el examen que tengo que volver a leer desde el principio... ¡Con tanta interrupción se me había ido el santo al cielo! ¡Y eso que soy apóstata!
Pasan unos minutos y suena el móvil. ¡Correos Express! Lo miro como si de una presencia sobrenatural se tratara preguntándome: ¿Y ahora qué?
* ¡Hola! (Estoy a punto de añadir "Chico de Correos Express que me estás dando la tarde, majo" pero me corto un poquito).
* Ibone, es que me he quedado encerrado en el ascensor de tu casa. Concretamente entre el segundo y el tercero...
* (¿Perdona? ¿Pero esto es una cámara oculta o qué?--- Me lo callo). ¡Vaya! Pues no sé qué puedo hacer yo porque estoy en la otra punta de Salamanca... ¿Has pulsado el botón de emergencia?
* Sí pero nada... (para demostrármelo, vuelve a darle al botoncito dejándome el tímpano al borde de la reconstrucción de la timpanoplastia ya existente. Y me pregunto: ¿Con ese horror de ruido nadie se ha dado cuenta?).
* (A ver, Chico de Correos Express) Yo lo único que puedo hacer es decirle a mi hija que llame el ascensor a ver si consigue que se mueva... ¿En cuál estás: en el de la derecha o en el de la izquierda?
* En el de la derecha entrando. Es que encima me he venido sin teléfono. (Nota mi perplejidad... ¿Con qué me está hablando entonces?). Con este de la empresa no puedo hacer llamadas y no tengo contactos tampoco. (Constato que hay gente a la que el 2020 la ha pillado peor que a mí...).
Informo a mi hija y me quedo a la espera de noticias. ¿Sigo con el examen? (Es decir, empiezo de nuevo por tercera vez) ¿O me limo las uñas mientras tanto...? Me decanto por la segunda. Más que nada porque tengo un padrastro que me está dando tormento... ¡Qué alivio tener un cortaúñas a mano!
Y pienso: ¿Cómo puede haber gente en el mundo cuya vida transcurre monótona y aburrida? Aunque por otro lado, ¡qué envidia! Por lo menos ellos no tardan media hora en corregir una de las partes escritas de un examen...
Al poco tiempo mi hija me informa de que, depués de varios intentos (sólo se movía el ascensor que no estaba bloqueado) ha conseguido liberar al Chico de Correos Express y el correspondiente paquete...
A ver ahora quién me desbloquea a mí que ya no sé por dónde me andaba corrigiendo. ¡Vuelta a empezar!
Pasa un minuto y me llega un mensaje de texto de Correos Express donde me dicen que no han podido entregarme el paquete porque no me han localizado. ¿Los Santos Inocentes no eran el 28 de diciembre? ¿O es que Almodóvar anda por estos lares rodando su nueva película? ¡Me pido prota!
Antes de montar en cólera y llamar de nuevo al Chico de Correos Express, pico en el enlace que incluye el mensaje para concertar otro modo de entrega y, voilà! Aparece como entregado.
¡Respiro!
Decidido: silencio el móvil (al menos hasta que consiga acabar lo que estoy haciendo). Y dejo ahí el contacto de Chico de Correos Express porque algo me dice que volveremos a hablarnos...
¡Hasta el próximo paquete!
Ibone- 14 de octubre de 2020