Un día en la cama, mientras dormía,
un monstruo peludo me sacudía.
Abriendo los ojos con mucha
desgana
a mi lado yo vi sólo a mi
hermana.
Me dije a mí misma:¡Qué suerte
la mía!
Aquel bicho extraño no
existía.
Seguí durmiendo despreocupada.
Soñé una presencia junto a mi
almohada.
Un beso fugitivo me dio en la
mejilla
Y a mí me pareció una
pesadilla.
Al parecer se trataba de un
príncipe azul
y yo allí dormida con un
vestido de tul.
Por fin desperté: ¡Qué suerte
la mía!
Son sosos los príncipes que hay
hoy en día.
En vez de dormirme y
arriesgarme a soñar,
abrí bien los ojos y me puse a
estudiar.
Salamanca- 24 gennaio ’21
Ad
Iris che, come me, non crede nei principi azzurri.
Ti
amo!
Il mio grande amore grande!