Advertencia

Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

domenica 2 agosto 2020

Sufrir o no sufrir, ésa es la cuestión

No podemos filtrar lo que sentimos. Los sentimientos existen por sí solos más allá de nuestra participación activa.

Imposible establecer de quién enamorarnos, cuándo o si hay un momento oportuno. El mero hecho de amar, odiar, desear, gustar...

Surgen de manera espontánea y no se pueden obviar.

A veces, nos hacemos la falsa ilusión de que podemos controlarlos, frenarlos, darles forma, redirigirlos hacia donde nos gustaría (somos una especie controladora, manipuladora, impositiva); pero es sólo un espejismo para paliar nuestra frustración cuando lo que sentimos no nos proporciona el placer que esperábamos o cuando nos hace sentir el alma en cueros o el corazón con llagas.

No podemos elegir una emoción ya que escapan del control de nuestra mente y de nuestra voluntad. Sencillamente se siente sin más. O todo lo contrario: no se siente.

Sin embargo, es posible y aconsejable para poder vivir con bienestar interior conseguir manejar el comportamiento que se deriva de las emociones para controlar el sufrimiento, que no es una emoción y tampoco un sentimiento.

Sufrir no es más que el no querer aceptar algo que es así y que no podemos cambiar.

Se sufre al negarnos a admitir lo que sucede como lo que es: un hecho; y nos dejamos llevar por el deseo de cambiarlo porque necesitamos interferir en el curso de los acontecimientos.

Modificar los hechos es algo que no depende de nuestro poder de decisión.

Cuando sentimos dolor, podemos paliarlo de varios modos según el tipo de dolor que sintamos. Los dolores físicos se pueden calmar tomando medicamentos. Los dolores del ánima son menos profundos cuando se comparten, cuando se lavan con el llanto... Por poner un ejemplo.

El sufrimiento no sólo es estéril e inútil sino que además causa aún un dolor más intenso que será más difícil de mitigar. Es altamente nocivo y no tiene ninguna utilidad. Amén de ser un concepto unido a las religiones donde dolor y sufrimiento (algunas de las bases de la sumisión) conllevan redención (para quien crea en el pecado). La vida para mí no es un valle de lágrimas sino una continua sucesión de oportunidades para crecer y disfrutar y sobre todo,  para aprender.

A pesar de haber encontrado muchas personas en mi vida que me han herido, en ocasiones de muerte. A pesar de mi escepticismo cada vez más desarrollado, de mi incredulidad, de mi dificultad para creer en gran parte del género humano, a veces duele y mucho (la traición) pero no sufro o, al menos, trato de evitarlo. Porque creo firmemente que se nace para intentar alcanzar el bienestar y para vivir momentos de felicidad y en todo esto no tiene cabida el sufrimiento.

Resiliencia la llaman algunos. También ayuda el mindfulness.

Lo esencial, en todo caso, es no perder la esperanza y coger la vida de frente, sin escapar.

Aún creo en la existencia de alguien con quien merezca la pena realizar el resto del camino o al menos varios tramos. Porque la vida es bonita por sí sola pero compartida se le saca mucho más partido.

2 agosto 2020-La Línea de la Concepción (Ibone)

(P.D. No sé si he respondido a tu pregunta...)

Nei pressi di Lisbona- luglio 2018


Nessun commento:

Posta un commento

Commenti / Comentarios