A
veces te toca vivir tiempos de desesperanza,
tiempos
en los que todo a tu alrededor se desmorona
como un
castillo medieval abandonado a la desidia de los siglos.
Decadente.
Que
espera en vano la mano restauradora que le devuelva su esplendor
aunque
sea vagamente.
Tiempos
manipulados
en los
que la vida se te antoja una noria infinita de incertidumbre
que
gira y gira y gira.
Dadme
un pomo donde agarrarme.
Me
desplomo.
Siento
vértigo.
Condenada
a caer por un precipicio de melancolía.
Escepticismo,
desconfianza.
¡Basta!
Quisieras
mirar adelante con ojos esperanzados,
hacer acopio
de ese optimismo que raramente te abadona.
A ti,
que tantas veces has afrontado decidida
los
reveses caprichosos de la vida.
Sin
embargo,
la
excepcionalidad de esos tiempos raros,
inaferrables,
plúmbeos,
dificulta
bastante las cosas;
le
pone trabas a un posible alborozo.
Te
arde en los pulmones el aire que respiras,
La luz
tenue de la luna ya no ilumina tus noches
agitadas
e insomnes.
Hostil
el verbo dormir.
Y tampoco
el sol consigue atravesar con sus rayos tu día a día.
Sigues
luchando contra el abatimiento, la apatía.
Cada vez
combates más débil,
menos convencida.
¿Por
qué estas nubes constantes que acuchillan el cielo azul?
Rásgalas
prepotente, oh sol.
¡Dame
un resquicio donde vislumbrar la luz!
Una
necesidad de escapar, de huir, de volatilizarte en un segundo para aparecer en
otro mundo, menos angosto para tu libertad, más humanizado para tu modo de
pensar, donde los sentimientos no sean penalizados y la tolerancia no implique
renunciar a tus derechos. Un mundo estable.
Donde
la verdad sea de verdad y no sólo de mentira.
Un
mundo al parecer utópico.
Tiempos
duros para la estabilidad.
Malos
tiempos para la utopía.
Te
sientes como un tigre salvaje en una jaula oxidada.
Das
vueltas sobre ti misma en ese espacio reducido y ansiógeno que pone límites a
tu vida.
A tus
pensamientos negros no. Los alimenta.
No te
aferres a ellos... ¡Suéltalos!
Necesito
despedazar las cadenas.
Necesito
volver a sentir plenamente la vida.
Necesito
el aire sobre mi rostro,
el
olor del jazmín, el color de una puesta de sol,
la arena
de la playa entre mis dedos
mientras
el mar me susurra al oído promesas de amor incumplidas.
Necesito
que me colmen de besos,
caminar
por la calle despreocupada y ligera como una hoja que planea atemporal en el
viento de otoño.
Necesito
sacudirme de encima estos tiempos malditos
y volver
a reír con el alma. Sin tapujos.
A
carcajada viva.
Sin fingir
una falsa alegría.
Alzo mi mirada al cielo.
y su
azul-esperanza
dibuja
en mis labios una tenue sonrisa.
A pesar
de estos tiempos inciertos,
no voy
a darme por vencida.
Ibone Bueno Vicente-16 junio
2020 Fontana Amenano di Catania- Luglio'19 (Foto di JSJ)