Las cosas que no tienen sentido, ¿qué sentido tienen?
¿Tiene que tener todo un sentido? ¿O se puede vivir por vivir?
Existir. Sin desistir. Quizás incluso sin sentir...
Siento a veces que no sé lo que siento y sintiéndolo mucho,
me empeño en no sentir por no sentir demasiado o ir demasiado dentro de un sentimiento,
a profundidades megalíticas donde los sentidos dejan de coexistir
y me queda un nudo de sensaciones en el cuerpo, difícil de definir.
Impenetrable. Indisoluble. ¡Tira hasta hacer daño!
Me retuerzo, pataleo, lloro, me desespero.
Rota de sentimientos que a menudo sólo se alojan en mí.
Con mis sentidos destartalados. El más magullado: el sentido común.
A veces busco el sentido a cosas que sentido no tienen
cuando bastaría respirar para seguir... (sobrevivir: horrible verbo).
Y siento que voy a perder el sentido, borracha de sentimientos, algunos de desaliento, otros por los que merece la pena seguir.
¡He sentido ya tanto que me niego a dejarme llevar por sentimientos vagos, inconcretos!
Sin embargo, no sé vivir sin sentir aun sintiéndome a pedazos,
destrozado mi cuerpo, deshidratada mi alma,
o con la certeza de que nada tiene un sentido en sí.
Calle de dirección única donde vislumbro un Stop al final, en un cruce peligroso,
pero no quiero pisar el freno. ¡Es más, acelero!
Kamikaze sentimental.
Y en la boca del estómago retumba el eco de un lamento,
siento náuseas por el vacío que siento.
Me gustaría gritar: ¡No siento nada!
Y me juro a mí misma que esta vez no me volveré a sentir así.
Tendré que aprender a mentir... Y me siento agotada...
¡Lo siento! Me sale natural SENTIR.
16 luglio'19-Ibone
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