Advertencia

Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

giovedì 31 dicembre 2020

2020

 

Tenemos la tendencia, por norma general, a recordar por encima de todo los aspectos negativos cuando se trata de hacer recuento de situaciones vividas. Aunque, por otro lado, intentamos mostrar un lado de felicidad y satisfacción que en muchas ocasiones no es real. De todos modos, la gente suele ver lo que desea ver y no lo que tiene de verdad delante.

Durante el 2020 que acaba hoy, la sensación con la que más he convivido es la de falsedad, mentira, traición, falta de rigor, chabacanería, injusticia, abuso y sobre todo, desconfianza. Y no me refiero exclusivamente a los acontecimientos que han inundado de tristeza y desesperación este año a nivel mundial, sino en general a cuanto me rodea.

Cada año, al dar las campanadas, pido para mis adentros un deseo. Este año quería serenidad interior después de una vida de desasosiego conmigo misma. Y he de reconocer que lo he conseguido. A pesar de toda la hipocresía que me rodea, de todos los chascos que me he llevado con personas en las que creía y a las que consideraba sinceras, no siento la agitación con la que he convivido en el pasado. En ocasiones creo que me he “petrificado”.

Siento dentro la paz, a pesar de la pandemia que está minando nuestro ánimo y anientando nuestros derechos. Somos organismos vivos y como tal, sujetos a enfermedades. Si bien, ha crecido enormemente mi escepticismo sobre la inteligencia y humanidad de la especie humana. Y confieso que yo, que suelo ser una alumna modelo, me he adaptado a lo que me circundaba no sin una gran rabia.

En este año tan raro que está acabando, he sentido en muchas ocasiones unas ganas inmensas de tirar la toalla en varios frentes. Sin embargo, mi afán de VIVIR se ha llevado el gato al agua. Y lo he llevado a la práctica intentando hacer una de las cosas que más amo en este mundo: viajar. Y lo cierto es que el covid-19 no me lo ha puesto fácil. En este sentido, he cumplido varios deseos que tenía aparcados como visitar Ronda, irme dando un paseo a pie hasta Gibraltar, volver a Brujas con mis dos amores, mi amada Italia, mi adorado Portugal...

He conocido a personas que han hecho que mi 2020 fuese un año un poquito más interesante. Y he estrechado lazos que me han rescaldado en parte el hielo del corazón. Aunque lo cierto es que me he vuelto bastante más solitaria, incrédula y fría.

Por otro lado, el confinamiento me ayudó a frenar un ritmo de vida estresante que estaba llegando al límite. He afianzado la convicción de que soy muy fuerte y mi fuerza y poder de adaptación siguen sorprendiéndome.

He comprendido con bastante dolor que la inteligencia es a menudo un hándicap hacia la felicidad ya que sólo en un estado de inconsciencia o de estupidez, se la puede alcanzar. Cuando intuyes, hilas, asocias, comprendes, el mundo se vuelve un sitio hostil y la mentira una demostración clarísima de que te tratan como si fueses tonta y tonta soy cuando decido serlo.

Hoy se acaba un año en el que he perdido a un hermano sin poderlo despedir. En el que he visto el sufrimiento de mi padre ante esa pérdida. En el que he derramado muchas lágrimas, sobre todo de impotencia, de rabia, de incomprensión. En el que lo que más he echado de menos es la congruencia, la coherencia, la libertad de movimiento y la lealtad.

Pero también ha sido un año rico de experiencias, donde mi forma de trabajar ha cambiado radicalmente, en el que me he sentido mucho más unida a mis hijas.

Al 2021 le pediría sentido común, compromiso, sinceridad y estar a mi altura ya que nunca pido nada que yo no esté dispuesta a dar. Pero todo esto no se lo pido al 2021 que es sólo un modo arbitrario de distribuir el tiempo sino a quienes van a formar parte de mi 2021 si realmente quieren formar parte de mi vida. De todo lo demás, ya me encargo yo.

Y como digo siempre desde hace años: ¡Espero que lo mejor del 2020 sea lo peor del 2021!

Salamanca, 31 de diciembre de 2020- Ibone






Milano - giugno 2016


martedì 15 dicembre 2020

Quiero

Quiero devorar tu piel

muerdo a muerdo,

degustando cada célula,

desintegrándolas con mi lengua

en átomos más pequeños

para no desperdiciar

ni siquiera una molécula.

Impregnarme de tu dulce esencia

y así saciar mis ansias

de conquistarte el ánima,

de penetrarla,

de atravesarla entera.

De poseerte.

De poseerla.

Quiero ser tu pensamiento recurrente,

el único,

el más íntimo y ardiente.

El que te hace sonrojar

y temblar las piernas

con sólo esbozarlo en tu cabeza.

El que te arranca una sonrisa

soñadora.

Una mueca de placer.

Quiero recorrer tu mente

para alojarme en ella

perennemente.

Como una canción de cuna

que dona paz.

Como un deseo prohibido

que la arrebata.

Deleite inconfesable

de los sentidos.

Quiero ser de tu ser la esencia

y de tu vida tu razón de ser.

Que sólo siendo en mí

tú seas plenamente.

Para que me sientas

a tu alma inherente.

Ahora y siempre.

¡Y que así sea!

IBONE-20 de noviembre de 2020





Miranda do Douro-Enero 2020

sabato 5 dicembre 2020

Haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago

Vivimos en una sociedad donde todos lo saben todo de todos sin la menor idea de lo que pasa en sus vidas; en el sentido de que sabemos exactamente qué es lo que los demás necesitan, lo que les conviene o no. Dato curioso ya que, a menudo, no sabemos lo que necesitamos nosotros mismos pero no tenemos ningún reparo en dar pautas de conducta a los demás. Con decisión, con firmeza casi militar. "Lo que tienes que hacer es...", "Tú lo que necesitas es...", "No le des importancia a...", "¡Vive la vida!"....
No solemos saber lo que queremos. Sin embargo, no nos cabe ninguna duda de lo que quiere la persona que tengo delante. De esta manera, vamos por la vida aconsejando, juzgando, delimitando, sentenciando a los demás sin la capacidad de gestionar de manera asertiva nuestra propia vida, con frecuencia vacía, banal, fútil, anodina. Lo importante es saber en todo momento qué tiene que hacer el otro, cómo debe vivir su vida, cuáles tienen que ser sus pensamientos, cómo debe ocupar su tiempo, cuáles han de ser sus prioridades en la vida, qué cosas no valen la pena.
Quizás porque vemos a los otros como si se tratase de espejos que reflejan nuestras faltas, nuestras frustraciones, la vacuidad a veces de nuestra propia existencia. Y ante la falta de un par de.... "razones" para cambiar algo en nosotros mismos (tarea ardua, sin lugar a dudas), pretendemos proyectar nuestra impotencia en los demás.
Nos desbordamos con frases absurdas de autoayuda. Tenemos siempre el aforismo oportuno, la solución a los problemas ajenos, el consejo útil y definitivo. Utilizamos tanto y tan mal el lenguaje, que las palabras se han vaciado de significante y de significado y son sólo palabras huecas, sin vida. A menudo sin sintaxis ni un mínimo de buena ortografía.
"Pensamos" a golpe de tópicos, imitando lo que otros han vomitado en un día de inspiración pero sin la voluntad real de llevar a la práctica todas las frases que tanto nos gustan y que tan alegremente compartimos en las redes sociales. Se habla por hablar con automatismos improductivos.
Teoría....
Hay un refrán que define bastante bien la sociedad actual: "Haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago". Yo añado: "Haz con tu vida lo que te dé la realísima gana y déjame que haga con la mía lo que me apetezca que ya te pediré consejo si lo considero necesario".
;)
IBONE-5 diciembre de 2018
Milano - febbraio'20