- "Perdóname por haberme dejado llevar por el entusiasmo del momento. Por creer que había cambiado algo cuando en realidad era sólo eso: un momento. Por ser tan imbécil de dejarme seducir por la ilusión y caer en las redes traicioneras de la esperanza. Perdóname por creerte, por confiar en ti, por soñar contigo con los ojos abiertos. Por engañarme convenciéndome de que puede haber luz más allá de las tinieblas aun sabiendo que tú no vas a luchar contra ellas. Es más fácil así, ¿verdad? La luz también ciega".
Se paró para recobrar el aliento y prosiguió:
- "Perdóname por pensar que el amor lo puede todo. Tal vez sí pero sólo si de verdad hay la voluntad de amar y ser amados. Aunque me inclino a creer que el amor es una enorme patraña, una burla cruel sin sentido. Porque... ¿qué sentido tiene amar? ¿Para qué sirve? ¿De qué nos vale si, al final, la balanza del amor no encuentra nunca el equilibrio perfecto? Uno pierde: ninguno gana".
Sus pupilas fijaban el suelo quizás en busca de aquella ingente porción de corazón que se le había escapado del pecho. ¡Quién sabe si algún día la hallaría para así poder recomponerlo!
- "Nada ha cambiado: todo sigue igual. El momento fue bello pero fue sólo un momento... ¡para ti!, me refiero. Por tanto, te pido perdón por haberme creído algo, por pensar que era algo, por tratarte como si lo fuera, no de nuevo pues siempre tuve la sensación de que nunca lo fui... Perdón por mi pretensión, por mi insistencia, por mi perseverancia".
Su voz era cada vez más débil.
- "Lo que más me duele de todo, aparte de mi estupidez, es la certeza de que no valgo la pena. Perdóname por haber tenido la pretensión de valerla. No volverá a suceder, te doy mi palabra".
Su alma se disolvió en el aire, su sonrisa se convirtió en arena y en el lugar que antes ocupaba su corazón, surgió una roca dura y negra.
Se paró para recobrar el aliento y prosiguió:
- "Perdóname por pensar que el amor lo puede todo. Tal vez sí pero sólo si de verdad hay la voluntad de amar y ser amados. Aunque me inclino a creer que el amor es una enorme patraña, una burla cruel sin sentido. Porque... ¿qué sentido tiene amar? ¿Para qué sirve? ¿De qué nos vale si, al final, la balanza del amor no encuentra nunca el equilibrio perfecto? Uno pierde: ninguno gana".
Sus pupilas fijaban el suelo quizás en busca de aquella ingente porción de corazón que se le había escapado del pecho. ¡Quién sabe si algún día la hallaría para así poder recomponerlo!
- "Nada ha cambiado: todo sigue igual. El momento fue bello pero fue sólo un momento... ¡para ti!, me refiero. Por tanto, te pido perdón por haberme creído algo, por pensar que era algo, por tratarte como si lo fuera, no de nuevo pues siempre tuve la sensación de que nunca lo fui... Perdón por mi pretensión, por mi insistencia, por mi perseverancia".
Su voz era cada vez más débil.
- "Lo que más me duele de todo, aparte de mi estupidez, es la certeza de que no valgo la pena. Perdóname por haber tenido la pretensión de valerla. No volverá a suceder, te doy mi palabra".
Su alma se disolvió en el aire, su sonrisa se convirtió en arena y en el lugar que antes ocupaba su corazón, surgió una roca dura y negra.
2 diciembre 2017
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