El silencio monoparental
“Il silenzio è d’oro”
cuando el murmullo atronador de las sílabas calladas
reconforta mis oídos en solitarias madrugadas.
Madrugadas enmudecidas
en las que apenas resuena el eco de sus ausencias.
Y me columpio con desdén en un mar de calma.
Dulce y apagante balanceo.
“Il silenzio è d’oro”. ¡Lo era!
Cuando retornan desaforadas, con cien historias,
con mil palabras que explosionan sin control
llenando cada mudo rincón de nuestra casa.
Y me llaman. Y me nombran. Y me interpelan.
Y me invocan, me desesperan.
Me piden, me exigen y me reclaman.
Mientras rasgan con su caudal de frases
la tranquilidad que antes mis tímpanos acunaba.
Overbooking
de palabras atropelladas.
“Il silenzio è d’oro”
aunque yo prefiero la plata de sus risas,
de sus antojos, del sonido de sus besos,
del ruido con que acarician mi alma,
de sus voces entusiasmadas.
Las mismas que, cuando el silencio invade mi dicha,
me animan, me curan, me aconsejan, me aman.
La algarabía del rencuentro traducida en vocablos.
¡Sí! Sin duda alguna, prefiero la plata.
Ibone Bueno Vicente-7/8 mayo 2024