Advertencia

Todo lo que publico en este blog es material original libremente creado por mi mente. La idea es la de reunir textos que he escrito en el pasado alternándolos con textos que produzco en la actualidad.
Ninguna pretensión literaria. Todo lo que escribo nace de mi imaginación, de mis sentimientos, de mis vivencias. ¡Es exclusivamente mío!
Yo no escribo lo que pienso, yo escribo lo que siento. Si a alguien lo incomoda de alguna manera, no tiene por qué leer.

martedì 19 maggio 2020

Becas

Me encantan los cambios. A menudo los necesito en mi vida. Forman parte de mi manera de sentir y vivir.
Sin embargo, cuando los cambios sirven para empeorar algo, me entristecen profundamente. Hay tantas cosas a mi alrededor que no me gustan que empiezo a perder la capacidad de cabrearme. Estaría en bucle.
No voy a discutir ni mucho menos el derecho de todo el mundo a estudiar. Todo lo contrario. Siempre he defendido que la educación (la que se da en casa sobre todo) y el acceso al conocimiento son el único modo posible para cambiar los aspectos engangrenados de una sociedad machista, xenófoba, homófoba, superficial y egocéntrica como la nuestra. 
Siempre he abogado por la inversión en la educación pública y, de hecho, mis hijas han estudiado y estudian en centros públicos. Yo trabajo en uno de ellos.
Está claro que las ayudas para los estudios tienen que ir mayoritariamente dirigidas a aquéllos cuyos recursos no les permiten pagarse de otra manera el acceso a la enseñanza, que si fuera realmente pública y gratuita (y no el paripé que se hace desde tiempos inmemoriales en este país donde no sé si habrá una  editorial de libros de texto independiente... Aunque viendo lo que veo en los libros de mis hijas, mi escepticismo es cada vez mayor), como decía, si la enseñanza fuese realmente pública y gratuita tampoco necesitaría de becas para acceder a ella (no hablo de comedores sino de matrículas y sobre todo, libros y material escolar).
Ahora bien, poner como único requisito para la concesión de becas la capacidad económica del solicitante excluyendo completamente su expediente académico me parece una majadería,  una falta de lucidez y una discriminación social importante ya que ambos aspectos, económico y académico, deberían ir siempre unidos a la hora de conceder las becas.
Esto me recuerda un episodio al que asistí hace años y que me llenó de rabia.
Mis hijas iban al colegio público Gran Capitán. Recuerdo que el curso llevaba ya meses iniciado. Todos los días, a la salida, mientras esperaba a las niñas, una de las madres criticaba lloriqueando a los maestros porque al niño que iba a la clase de Erika, iban a suspenderlo por no llevar el libro de mùsica que ella no podía pagar "pobrecita ella qué se creían aquellos desgraciados de maestros que se lo tenía que quitar de comer para comprar un libro dónde se ha visto algo igual"... 
El resto de las madres propuso una colecta para comprar el libro entre todas. Evidentemente yo NO colaboré.
La madre en cuestión tenía una media de un hijo por año (creo que estaba embarazada del quinto en aquel momento). Todos disfrutaban del comedor gratis porque "no tenían recursos"(alguna vez que dejé a mis hijas a comer en el cole tuve que pagarlo como es normal). 
Eso sí, la "madre del año" se vanagloriaba, mostrándolos, de hacerse un tatuaje con el nombre de cada nuevo vástago cuando nacían (yo tengo 3 tatuajes. El más barato me ha costado 60 euros). 
El libro que no podía comprar porque se moriría de hambre, costaba 10 euros. 
Sus hijos eran estudiantes "mediocres" por decirlo con un eufemismo. 
Sinceramente, no sé para qué les van a servir las becas a estudiantes así...
¿No sería mejor eliminar las becas e instaurar un sistema educativo realmente PÚBLICO y GRATUITO? Y sobre todo, fomentar la excelencia desterrando de una vez por todas la mediocridad.
19 maggio'20- Ibone Bueno Vicente

giovedì 14 maggio 2020

Noticias para no dormir

Estoy viendo las noticias: aumentan los contagios y muertes.
Estoy viendo las noticias: los vecinos del barrio de Salamanca de Madrid sin mascarillas y a lo loco.
Estoy viendo las noticias: me pregunto por qué no se mete la Ayuso en medio a todos esos DELINCUENTES ATENTADORES CONTRA LA SALUD PÙBLICA que ella está apoyando con sus palabras inconscientes.
Estoy viendo las noticias: siento  vergüenza ajena y asco y repulsa y ganas de cambiar de nacionalidad porque no quiero que me incluyan dentro de la etiqueta de BORREGOS, que es la imagen que proyectamos en el mundo.
Estoy viendo las noticias: sé que somos muchos los que aún no hemos perdido la capacidad de discernir usando la inteligencia.
Mi libertad sigue íntegra. Sigo las normas porque me parecen lógicas y para nada dictatoriales (si lo fueran, no habría tanto gilipollas saltàndoselas. ¡Qué pena!).
Estoy viendo las noticias: voy a poner Clan tv porque no quiero que se me revuelva  la comida.
Llamadme roja, llamadme lo que os dé la gana pero RESPETAD LA SALUD DE LAS DEMÁS PERSONAS. (Para suicidios, usad otra técnica).
14 de mayo de 2020- Ibone

martedì 12 maggio 2020

Festa della mamma em Portugal

Hoy es "la festa della mamma" en Italia. Nosotras nos hemos venido a Portugal a celebrarla juntas.
Por lo demás, me apetece escribir en español... 😅
Esto puede ser un poco el resumen de lo que he intentado inculcar siempre a mis hijas: la vida es una maravillosa mezcla de estilos, colores, sabores, culturas, lenguas, experiencias, sentimientos y sensaciones. No es admisible renunciar a nada, sobre todo a priori. Probad, investigad, id más allá de la primera impresión o apariencia. Abatid la barrera del "¡me da vergüenza!". La única regla a seguir es vivir serenamente con la propia conciencia. Sin hacer daño a los demás pero sin permitir que los demás nos lo hagan.
Y cada día veo con satisfacción que estoy consiguiendo mi objetivo.
Intento educar a mis hijas en el respeto,  en el amor y la manifestación de éste, privada o pública. Sin cinturones mentales y huyendo de los clichés. Buscando la originalidad pero sin caer en la soberbia porque es necesaria una gran dosis de humildad para poder seguir aprendiendo y disfrutando de las cosas que componen la vida. En el estudio y el aprendizaje responsables.
Ni mis hijas ni yo somos perfectas. Entre otras cosas porque la perfección, cuando se trata de seres humanos no existe ni puede (¡Vaya aburrimiento ser don Perfecto!). Sin embargo, ellas son unas hijas perfectas para mí y espero yo también la madre perfecta para ellas.
No todo es paz y armonía. Cada una tiene su carácter y sus hormonas más o menos revolucionadas con lo cual, a veces, saltan chispas. ¡Es la vida!
Pero intentamos no perdernos en la incomunicación, ceder en algunas cosas para comprometernos en otras. Compartir actividades y, ante todo, tener plena confianza las unas en las otras sin estúpidos tabúes o moralismos arcaicos. Sin juicios ni valoraciones. Con respeto y razonamiento.
Hoy, "festa della mamma", desde este rincón de paraíso en Portugal, yo que nunca quise tener hijos, me declaro una madre FELIZ y GRATA.
Vi amo, mie gioie!! ❤💚💙❤
Miranda do Corvo- 12 maio 2019

Mirando do Corvo-maio 2019                                     Conímbriga- maio 2019
  
Talasnal                 Coimbra-maio 2019

lunedì 4 maggio 2020

53 y pico


Hoy es el día de la madre.
Tengo exactamente 53 años y 6 meses. Cuando mi madre murió, tenía un mes menos que yo en este momento.
Recuerdo aquel primer domingo de mayo de 1979 con bastante nitidez.
Mi madre estaba ya ingresada a la espera de que la operasen.
Aquel domingo, fui a visitarla con mis sobrinos Jose y Óscar con los que pasé toda mi infancia ya que somos casi de la misma edad. Una de mis hermanas, no recuerdo cuál, me había acompañado a la pastelería Mar de la Plata, en la Av. de Mirat, donde también vendían regalos.
Me encantaba aquella pastelería. Iba a menudo con mi madre cuando la acompañaba al mercado o a hacer recados. Tenían las empanadillas más ricas que he comido en mi vida. De hecho, me comía dos de cada vez, calentitas porque siempre estaban recién hechas. En ocasiones, esperábamos a que las sacasen del horno. Porque no sólo eran deliciosas de sabor sino que ya el olor que había allí dentro invitaba a comerlas. Ninguna otra pastelería de todas las que he conocido en mi vida tenía aquel olor invitante. Se me hacía la boca agua con sólo cruzar el umbral.
Mi madre me viciaba en la medida de lo posible y me concedía todos los caprichos que se podía permitir. Ir al Mar de la Plata a por mis empanadas de carne o de atún, era uno de esos caprichos. Yo siempre he sido una comiscas por lo que supongo que para ella era motivo de felicidad verme comer por fin con tantas ganas y voracidad.
Como decía, una de mis hermanas me había llevado allí. Creo recordar que era el único sitio abierto donde poder comprar un regalo. Le cogimos dos jarroncitos de cerámica y se los llevamos al hospital de la Santísima Trinidad que ha tenido una enorme importancia a lo largo de toda mi vida, como por ejemplo mi sexto cumpleaños que pasé allí recién operada de apendicitis.
Recuerdo la habitación blanca. Recuerdo a mi madre en aquella cama  blanca, con las sábanas blancas, la colcha blanca. Nunca lo había pensado antes pero quizás acabo de dilucidar por qué no soporto las paredes de color blanco. Por qué hasta hace poco me provocaba incluso ansiedad el exceso de ese color a mi alrededor. Y es probable que el hecho de que haya decidido a posta comprarme un coche blanco (siempre los he odiado) y de que desde julio para acá me dencante por una vajilla completamente blanca, sea otro signo más de que, después de tantos años de lucha conmigo misma y después de la terapia con mi psicóloga, he conseguido superar definitivamente mi ansiedad y esa serie de temores e inseguridades que se remontan a aquella época oscura y triste.
Recuerdo la alegría apagada de mi madre cuando nos vio. Aun en su dolor, para ella yo representaba una parte inmensa de su felicidad. Era su niña, esa a la que tenía en una burbuja para que nada del exterior pudiera dañarla mínimamente. Esa a la que hiperprotegía sin comprender que, faltando ella, todo el mundo de algodón que me preservaba del exterior se esfumaría dejando mi corazón, mi equilibrio psicológico y todo el resto de mi persona a la intemperie y sin un halo de luz para salir del túnel donde quedaría sumida durante bastante tiempo.
Pero yo entonces creía que todo iba a salir bien con la operación por lo que vivía en un estado de inconsciencia infantil que pronto se vería fragmentado en mil pedazos irrecomponibles.
Y así, aquel día de la madre, el último de la mía, se me quedó clavado en las entrañas. Ella moriría “definitivamente” 4 meses después. Cuatro meses en los que moría un poco más cada día ante mi negativa a aceptar lo que estaba viendo a pesar de estar presente cuando el cirujano nos dio la noticia de que no se podía hacer nada y era cuestión de 3 ó 4 meses.
En aquel mismo hospital donde lloré desesperada al saber que iba a perder a mi madre, me convertí yo misma en madre de mis dos hijas.
Nunca tuve instinto maternal y siempre dije que no quería niños. Y en todo caso, juré que no iba a tener hijos de muy mayor porque, decía, “no quiero dejar niños huérfanos como me quedé yo con 12 años”.
Luego, por circunstancias que no vienen al caso y no voy a contar, decidí que quería tener un hijo, sólo uno.
Y así, 19 días antes de cumplir 36 años, vino al mundo mi adorada Iris después de un embarazo terrible que me hizo permanecer 3 meses en la cama de un hospital sin moverme y un parto también un poco “particular”. No, no es cierto que cuando les ves la carita, se te olvida todo. La felicidad es inmensa pero todo lo que se ha vivido, ahí queda.
Recuerdo que, a pesar de todo, cuando ella empezó su camino como una personita independiente de mí, lo primero que pensé fue “¡Quiero otro hijo!”. Tan maravillosamente bonita fue la experiencia. Una sensación indescriptible e inenarrable el momento del parto.
Cuando me pusieron al lado aquel pequeño ser de piel morena,  delgaducha y larga, y yo la abracé por primera vez, tomé conciencia de que iba a estar unida a esa personita para toda la vida. Il mio grande amore grande!!
Cinco años después,  cuando por un lado ya casi tenía perdida la esperanza y por otro, me carcomía  el miedo de que otro tumor truncase también un nuevo embarazo como había pasado 2 años antes, supe que estaba embarazada. Tampoco esta vez pude disfrutar de un embarazo tranquilo aunque fue “sólo” un mes y medio en el hospital y el resto en la cama de casa.
Y con 41 años y 17 días, yo que no quería hijos y mucho menos de mayor, tuve a mi Erika. Erika con su carita blanquísima parecía una bolita de algodón. Erika que, a pesar los ojos azules y el pelo rubio de su abuela Rosa, se parece a mí de manera increíble. Il mio grande amore piccolo!!
Hoy, día de la madre (en España porque una de las ventajas de tener hijas multiculturales es que el domingo que viene vamos a celebrar “la festa della mamma”; por tanto, doble celebración), a mis 53 años y 6 meses, recuerdo la sonrisa de mi madre, sus refranes para cada ocasión, su orgullo cuando me llevaba de la mano, los viajes en autobús cuando buscábamos los asientos sobre las ruedas porque eran los que me gustaban a mí. Recuerdo su mirada tan parecida a la mía, su voz, su apego a las costumbres familiares y, sobre todo, su devoción hacia mi padre y hacia su niña pequeña.
Y pienso en mis hijas, cuya infancia ha sido y es tan diferente de la que tuve yo. En nuestra complicidad y compenetración, en nuestra relación sin tabúes ni secretos, en cómo nos cuidamos las unas a las otras. Y me siento feliz. A pesar de las discusiones, del desorden que van dejando en casa... Porque mientras nos tengamos las unas a las otras, nada nos podrá abatir.
Gracias a mi madre por todo el amor que me dio. Gracias a mis hijas por todo lo que me hacen sentir.
3 de mayo de 2020- Ibone
El último regalo del día de la madre que  pude hacerle a la mía. Salamanca, mayo de 1979