Pasan las páginas
una tras otra a medias de escribir.
Renglones vacíos se mezclan con retales de texto más o menos coherente.
A veces ligero,
otras vehemente.
Irreverente.
En ocasiones sincero...
A menudo ausente.
Inconsistente.
Pasan las páginas
más densas unas que otras.
Reescribo, borro, cambio, elimino...
Añado.
El grosor aumenta mas carente de contenido.
Pasan las páginas,
muchas las arranco con ahínco,
con desdén,
con rabia
De la mano de la decepción continua.
Páginas sin valor literario, vacuas,
precarias, inexistentes...
Olvidadas recién escritas.
Y entre nubes de borrones,
de textos inacabados o apenas esbozados,
paso las páginas
para volver al índice,
ése que irremediablemente me lleva a ti.
Tú, en la única página que siempre he escrito,
que siempre he deseado escribir
mimando cada sílaba con la pasionalidad de mi sentimiento,
recreándome en cada acento,
tomando aliento en cada coma
para seguirte escribiendo con tesón.
Con esmero,
con dedicación,
con absoluta desesperación.
Tú, página llena de puntos suspensivos...
La única que, a pesar de quedar incompleta,
me resistí a arrancar.
¡Me hubiese quedado sin mi inspiración!
Tú, mi página más intensa,
llena de quizás, de dudas, de dolor,
de amor infinito y más allá.
Aquella que nunca pude cancelar
del libro de mis sentimientos.
Tú, mi historia por contar,
la más bonita a mi pesar...
Y a la que no soy capaz de dar una conclusión,
de poner un punto final.
Paso las páginas con desgana,
con despreocupación.
Hasta que mi índice se queda atrapado en ti,
fuente de vida.
¡Mi vida!
Tú,
la única página en la que deseo escribir
y escribir y escribir y escribir
mientras me quede tinta en las venas.
28 agosto'19
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