Reflexión:
A menudo me han dicho que soy diferente del resto del género femenino al que pertenezco. En principio y dado que la mayoría de quienes me lo decían/dicen pertenecen al género masculino, pensaba que era sólo por halagarme o por ligar conmigo. Aunque, dada la recurrencia del comentario, llegué a plantearme si proyectaba la imagen de un alieno. A pesar de que estaban claras las connotaciones positivas del comentario.
En alguna ocasión me atreví a preguntar "¿Distinta en qué sentido?".
Amén de cuestiones privadas que van a quedar entre los "afortunados conocedores de mi persona" y una servidora... (emoticono "jajaja-cómo sudo"...), todos coincidían en que no tengo nada de tradicional, de preestablecido. Y es verdad.
Los múltiples cambios que se han producido y se están produciendo en mi vida desde varios meses a esta parte, me han hecho reflexionar sobre el tema.
La gente tiende a hacerse conservadora, a anquilosarse en situaciones, relaciones, en costumbres que a menudo no satisfacen pero tampoco "molestan"; es decir, acomodarse en la tan famosa "zona de confort".
Pues bien, sin pretender ser mejor o peor que nadie, entre otras cosas porque nunca me ha interesado la comparación con los demás ni para bien ni para mal, a mí lo que realmente me cuesta es no introducir cambios en mi vida, en mi forma de ser cuando algo empieza a fosilizarse. Lo necesito para no caer en la apatía, en la desgana, en el aburrimiento, en el tedio de hacer siempre lo mismo en los mismos lugares y con la misma gente. Esto ha sido un hándicap en algunas de mis relaciones sentimentales pues no todo el mundo acepta las novedades.
En la mayoría de los casos, las personas evitan los cambios por un cierto temor a perder la seguridad que lo ultraconocido (yo lo llamo monotonía de la rutina) te proporciona para adentrarse en mundos o circunstancias deconocidas con el riesgo que obviamente todo lo nuevo conlleva. Para mí esto es inconcebible porque necesito mirar más allá, tirarme a la piscina sin flotador para ver hasta dónde me cubre. Descubrir otros espacios, otras formas de vida, otros puntos de vista.
Por supuesto que yo también siento miedo. El miedo es una sensación de alerta que debería hacernos ser prudentes pero nunca cobardes o inactivos.
Es cierto que siempre he tenido un carácter valiente y contestatario y en pocas ocasiones he sido indecisa. Y hay algo dentro de mí que me empuja a hacer cosas que en algunos casos rayaban la temeridad. Pero me sale natural meterme en camisas de once varas (emoticono "levanto los hombros porque es lo que hay") .
Si pienso que mis hijas pudieran llegar a realizar tan sólo algunas de las consideradas "locuras" que yo he hecho, me entran escalofríos (emoticono "grito con manos en la cabeza"...).
Lo peor de todo es la dificultad para encontrar a alguien que me importe y que esté dispuesto a "dejarse llevar" por esta necesidad mía de ir más allá de la sensación de seguridad que te proporcionan una mantita y un sofá. (Emoticono "algún día llegará-escepticismo". Creo que éste aún no lo han inventado...). Aunque lo de la mantita, según con quién se comparta, tampoco está nada mal... para un rato...
Ibone-19 maggio'19
