Pasa el tiempo con su manto de recuerdos.
Algunos vivos,
otros moribundos o muertos.
Siempre con un fardo de nostalgia
que se nos abraza insistentemente.
¡Suelta!
Pasa el tiempo impregnándolo todo
con su aliento macilento.
Mis pulmones vacíos de oxígeno
intentan respirar jadeantes.
Pues nada hay más oprimente
que los recuerdos perdidos,
maltratados y maltratadores
cuando se insinúan nuevamente.
Abren con tesón una brecha profunda
en mi alma
y una sensación de quemazón en mi vientre.
¡Que alguien me los arranque!
¡Que los entierren para siempre!
Y el tiempo pasa con un halo de tristeza
(a veces).
Marchitando las sonrisas,
palpitando en las sienes
como el tictac de un viejo reloj de cuerda
olvidado en la penumbra de un salón
viejo y decadente,
carcomido.
¿Tiempo o melancolía?
Recortes de una memoria obsoleta
de algo que fue, que no debió ser,
y que, al recordarlo, duele.
Ibone-Salamanca-8 ottobre ‘21
Capri (Napoli)